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Las 24 horas, 365 días al año

Vigías en la carretera más controlada de Mallorca

Desde que fuera inaugurado en 2006, el desdoblamiento de la carretera entre Palma y Manacor cuenta con el único centro de vigilancia ininterrumpida

Su estructura en planta baja y la sobriedad de una construcción sin alardes hace que pase casi inadvertida al conductor. Pero está ahí, vigilante, las 24 horas del día, los 365 días del año, para captar cualquier incidencia que pueda suceder en los 45,2 kilómetros que separan las rotondas de entrada entre Palma y Manacor. El único centro de control de Mallorca que opera ininterrumpidamente, situado en la possessió de Malesherbes, entre Algaida y Montuïri, abrió sus puertas y conectó sus cámaras con la inauguración del desdoble de la carretera Ma-15 en diciembre de 2006, bajo la gestión de la concesionaria Pamasa, encargada desde entonces del mantenimiento y explotación de la vía.

Las pantallas se multiplican frente a la mesa de Sebastià Sansó, uno de los veinte trabajadores del centro, encargado de vigilar lo que suceda sobre el firme en turnos de ocho horas. Zoom hacia adelante, giro de cámara, atrás y vista general. Es la rutina necesaria para mantener el ojo entrenado y para dar abasto a las 31 cámaras diseminadas por todo el trazado, desde la rotonda de Agama hasta el polígono industrial de Manacor.

"Desde aquí se recoge toda la información para la gestión y control del tráfico", explica Miguel Bauzá, director de explotación y conservación de Pamasa, lo que incluye también un sistema de captación de datos y número de vehículos que pasan diariamente, el sistema de señalización variable... y la estación meteorológica que mide la temperatura del aire, la humedad relativa, la velocidad y dirección del viento, la visibilidad, el estado del pavimento, la radiación solar y la presión atmosférica.

El conteo de vehículos es imprescindible para un sistema de peaje en sombra como es este. Se sabe que en 2014 se registró una media diaria de paso de 20.699 utilitarios, unos 200.000 más que en los años anteriores, pero lejos aún de las previsiones hechas antes de la crisis. "Actualmente aún estamos un 27,8% por debajo de lo esperado entonces" concluye Bauzá. Lo que repercute directamente en los bolsillos de la empresa, que hace casi una década realizó una inversión de 144 millones de euros por una concesión que finaliza en septiembre de 2042.

Calculado según el incremento del IPC balear, por cada coche, moto, camión o autobús que pasa por el trazado, el Consell de Mallorca debe pagar a Pamasa 0,026 euros por cada kilómetro recorrido de los 43,7 contabilizados como zona de ingreso; lo que significa que cada vehículo le cuesta hoy al Consell 1,15 euros si completa la ruta.

Doce puntos de detección

La toma de datos para ese conteo se realiza mediante un conjunto de doce equipos de detectores formados por espiras inductivas, dos por carril. Este sistema clasifica los vehículos en dos categorías: los ligeros, con una longitud inferior a 5,5 metros y los pesados de igual o más metros. Los operarios del centro de control verifican diariamente que los datos de conteo y de longitudes sean los correctos, lo que cada mes pasa a ser auditado para después ser enviado al Consell cada trimestre. Y aunque los sensores también pueden medir la velocidad de paso, ese no es un dato determinante, si no es que afecte directamente a la seguridad. "Nosotros no ponemos multas, de eso ya se encarga la Guardia Civil".

Las videocámaras, ubicadas sobre postes de quince metros o justo debajo de los ocho paneles de mensajería variable repartidos por la carretera, sirven para tener un conocimiento en tiempo real de lo que pasa tanto en el tronco principal como en las vías de servicio, lo que permite actuar rápidamente en caso de que se produzca alguna incidencia. Se trata de cámaras domo de altas prestaciones capaces de ampliar imágenes a gran calidad, con un rango de encuadre de 340 grados y uno de giro de 115. Las grabaciones que toman son guardadas durante tres días como medida de seguridad y para entregarlas a las autoridades que las requieran.

Descenso de accidentes

Los casi cincuenta kilómetros que separan ambas ciudades y que conectan directamente con los pueblos de Vilafranca, Montuïri y Algaida eran, antes del desdoblamiento de 2006, terreno abonado a los accidentes. Con solo un carril por sentido sin separación central y sus curvas, hacían de ella una carretera donde era complicado buscar un hueco seguro para adelantar. Tanto que llegó a ser la de mayor siniestralidad de Balears. "Creo que las protestas por ocupación de territorio que pudiera haber en un principio han quedado olvidadas. Porque además de ser muy segura, el Consell ya ha dicho utilizará la carretera como modelo para la de Campos a Llucmajor", argumenta Bauzá.

Sin contar las vías de servicio a ambos lados, que sirven también como ruta ciclista, el desdoblamiento ocupa 23 metros de ancho: 3,5 por cada uno de los cuatro carriles (dos por sentido), más un metro a cada lado de arcén interior y 2,5 metros de arcenes exteriores. Con una mediana estrecha para los estándares de 1,60 metros en su parte interior.

Desde hace nueve años la media de siniestros ha bajado en un 26%. El promedio desde entonces es de 49,7 heridos anuales, frente a los 67 calculados en caso de que la reforma no se hubiera llevado a cabo. En 2014 la cifra descendió incluso hasta situarse en las 41 personas heridas.

Por lo que respecta a números totales, sabemos que entre 2006 y 2014 se produjeron exactamente 253 accidentes, con una media anual de 31,6. Hasta los últimos datos de junio de 2015 se han contabilizado 18, en los que 22 personas han resultados heridas de distinta consideración. Entre 2010 y 2014 no se registró ningún accidente mortal. Sí que ha habido que lamentar una víctima en 2015, cuando un ciclista fue atropellado por un conductor que dio positivo en la prueba de alcoholemia. Actualmente el límite de velocidad en todo el trazado es de 100 kilómetros por hora, que desciende hasta los 80 en las cuestas de Xorrigo. "Contrariamente a lo que pueda pensarse, la mayoría de accidentes son provocados por usuarios habituales que van confiados. Los extranjeros que no conocen la carretera suelen ir más despacio".

Según datos obtenidos a partir de un estudio de la docena de puntos de control, la vía ha recibido un tráfico de 2.728 millones de vehículos por kilómetro en casi nueve años, lo que significaría que más de 62 millones de utilitarios han utilizado la vía desde que fuera ampliada.

2.163 señales

A lo largo del trazado llegan a distribuirse hasta 2.163 señales verticales diferentes, además de los ocho paneles de mensajería variable, el balizamiento, las marcas viales y el cerramiento del recorrido para evitar que animales crucen la calzada. Jardinería, desbroces y rotondas. Todo debe estar controlado y en un perfecto estado de mantenimiento. En el almacén, pese a que nunca ha pasado, sacos de sal se amontonan por si fueran necesarios en caso de nevada. "La previsión es importante".

Las marcas viales y el asfaltado se miden cada año: su ondulación, su adherencia o las posibles deflexiones son medidas por una máquina especial transportada desde la península. Resultados que anualmente son entregados al departamento de Carreteras del Consell. Dos veces al año además, cada octubre y cada marzo, se mide el nivel de retroreflexión de las señales, es decir, la luz que devuelven al ser iluminadas por los focos del coche.

Al caer el sol, cuando avanza la noche y baja el volumen de vehículos, la vigilancia puede llegar a ser monótona o aburrida. Aunque siempre hay detalles a los que estar atento: "Es cierto que hay pocas luces fuera de los límites de las rotondas, pero estamos tan acostumbrados que en seguida vemos cuando hay algún problema o un vehículo se para", dice Sansó. Además de un vigía permanente dentro de la sala de monitores, hay otra persona de control que se pasa la noche dando vueltas por las vías de servicio en permanente estado de alerta para ayudar, y en caso de accidente coordinarse para llamar sin dilación al 112.

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