Las carrozas de Binissalem son probablemente el desfile más monotemático que quepa imaginar. La vermada es el tema central, como no puede ser de otra manera. Y pese a que todo son payeses y payesas en los montajes, hay que reconocer que los hay que se estrujan la cabeza para buscarle alguna originalidad. Así ayer se vio a unos híbridos de payés y camarero de alto copete, o a payeses combinados con piratas.

Lo que no faltó, como nunca falta, fueron las ganas de diversión, el trabajo en equipo a la hora de realizar los montajes, el colorido y la risa.

Si hubo algo que realmente no tuvo el desfile de carrozas que ayer se celebró en Binissalem fue una vertiente reivindicativa. No se vieron montajes críticos. Ni la corrupción, ni tan siquiera la manida crisis tuvieron su protagonismo, al contrario de lo que ocurría en otras ediciones. Ayer todo era vermada con sus pequeñas variantes.

Algunos de los miembros del jurado también se quejaron de la forma de usar el rebosillo por parte de las muchachas. Éstas, en lugar de llevarlo sobre la cabeza suelen colocárselo como si fuera un poncho. Es algo que la gente mayor del pueblo suele criticar "porque desvirtúa la imagen típica de una payesa. Si no se lo quieren poner que no se vistan de payesas", decía una vecina que ayer veía el desfile.

Este año participaron 74 carrozas, cinco menos que en 2014. Como anécdota cabe destacar que tuvieron que esperar 15 minutos para salir debido a una urgencia, por una persona indispuesta, que tuvo que atender la policía.

Las carrozas desfilaban en tres categorías: 17 en tradicional; 23 en juvenil; y 34 en original. El jurado descalificó a una de las carrozas porque los integrantes fumaban sobre ella, algo peligroso pues son de papel y cartón.