La localidad de Binissalem vivió ayer uno de sus actos más participados de las fiestas des Vermar. Los vecinos de munchas de sus calles vistieron ayer la vía pública con lo mejor de su mobiliario antiguo o telas bordadas para que el pueblo luciera sus mejores galas para celebrar el sopar a la fresca más multitudinario de Mallorca.

Unas 20.000 personas se congregaron en la gran cantidad de calles, cerradas al tráfico, para asistir a este evento anual, uno de los más importantes de las fiestas des Vermar. Lo cierto es que el Ayuntamiento repartió vino para 18.000 personas -una botella por cada seis comensales-, según explicó el concejal José Fernández. Sin embargo, "siempre hay quien se inscribe a última hora o bien no solicita vino por lo que muy bien se habrá llegado a las 20.000 personas", afirmó.

Serveis Ferroviaris de Mallorca dispuso de trenes especiales para asistir y así ayudar a paliar la enorme intensidad de tráfico que ayer padecieron las entradas al pueblo. El Ayuntamiento, en previsión, habilitó fincas para ser usadas como aparcamiento.

El tiempo, a diferencia del año pasado, no amenazaba lluvia ni había llovido en jornadas previas. Quizá por ello, entre las siete y las nueve acceder a Binissalem en coche era una auténtica aventura.

Los comensales, sin embargo, disfrutaron de una plácida noche de hermandad. Muchos cocinaron los tradicionales fideus de vermar, aunque no se trate de una receta obligada ya que estos tuvieron su noche el jueves pasado en Can Arabí.

Correfoc

Mientras los más rezagados finalizaban con la cena o se entregaban a una velada de amigable charla, cafés y copas, en la plaza de la iglesia los diablos de la Filotxera de l'Infern ya habían dispuesto su montaje para llevar a cabo el correfoc. A la una y media de la noche prendieron mechas y antorchas e inundaron de olor a azufre el ambiente mientras sus tambores prorrumpían en un tronar infernal.

Los actos de las fiestas continúan hoy pues esta tarde se celebra otro acto multitudinario, el desfile de carrozas.