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Opinión

Un Govern corto de miras

No saber, o no querer, mirar al futuro es uno de los defectos de la política actual. El PP echó alegremente gasolina al fuego catalán con el objetivo de sumar votos...

Un Govern corto de miras

No saber, o no querer, mirar al futuro es uno de los defectos de la política actual. El PP echó alegremente gasolina al fuego catalán con el objetivo de sumar votos en el resto de España. Ahora no sabe si será capaz de controlar el incendio. Artur Mas se enfundó la estelada para amarrar los votos que se le escapaban por el sumidero de la corrupción y los recortes. Ahora se encuentra al borde del precipicio y esperamos expectantes si dará un paso al frente.

El Govern de les Illes Balears no solo es corto de miras para observar el futuro. Además, no es capaz de mirar hacia atrás y calibrar el peso de la historia de la tierra sobre la que gobierna. Dentro de 50 años nadie se acordará de los debates sobre la ecotasa ni del desmarque de Podemos en el Parlament. Sin embargo, es muy probable que en la memoria de las gentes de Petra y de Mallorca perviva la figura de Juníper Serra. Sant Juníper Serra desde ayer.

Esto no solo es religión. Es historia. Miquel Josep Serra Ferrer tiene un perfil controvertido. Nadie que entre en la historia se escapa de ser sometido al escrutinio de las siguientes generaciones y nadie logra matrícula de honor. El análisis es más cruel con el pasado cuando se aplica la lupa del presente. El petrer debe ser criticado, pero la historia es la que es. Un mallorquín que fundó las principales ciudades de California. Un franciscano que dio nombre a San Francisco, Los Ángeles, San Diego, Santa Bárbara... ciudades que nos resultan familiares de tanto verlas en las películas que fabrica Hollywood. Junípero Serra es un santo con pecados -¿hay alguno que no lo sea?-, pero es un mallorquín para la historia.

El Govern ha sido ruin y ciego al enviar a un director general, cuyo nombre y funciones ni siquiera recuerdo, a la ceremonia de canonización. Ha demostrado falta de cultura y de enraizamiento en la tierra al no apostar por una representación de rango más alto. Ha sido refractario a los sentimientos religiosos o sentimentales de muchos mallorquines. De esta dejadez se salva el presidente del Consell, Miquel Ensenyat.

Hace unos días, la consellera de Participación, Transparencia y Cultura, Esperança Camps, comentó a un periodista que no había dinero para viajar a Washington. Tamaña y ridícula excusa solo demuestra que le falta transparencia, que entiende la participación de forma sectaria y que necesita muchas lecciones de cultura.

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