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Sant Juníper Serra

Los hombres que pusieron cimientos a la canonización

La reconocimiento no hubiera sido posible sin el trabajo de Maynard J. Geiger en California y en buena parte, Jacinto Fernández-Largo desde Mallorca

Estatua de Juníper Serra frente el ayuntamiento de San Buenaventura en California.

Por contradictorio que pueda parecer, los acontecimientos más suspirados y perseguidos llegan casi siempre por sorpresa. Algo de esto ha ocurrido con la canonización del beato Juníper Serra que se hará efectiva el próximo miércoles en Washinghon. Cuando todavía se apagaban las luces de la celebración -un tanto caótica y desprovista de objetivos, todo hay que decirlo- del III centenario del nacimiento del franciscano de Petra, el papa Francisco anunció de modo informal su canonización, en el momento y lugar más inesperado. Era el 15 de enero de este año, en el transcurso del vuelo que le llevaba de Sri Lanka a Manila.

De la calle Barracar Baix de Petra donde el niño Miquel Josep nació en 1913, o si se quiere de Carmel en California, misión en la que murió Juníper en 1784 y permanece sepultado, hasta la máxima exaltación para la Iglesia universal, va un largo recorrido. Un beato, según los cánones de la Congregación para la Causa de los Santos, necesita tener probado un segundo milagro para ser canonizado. Existen, sin embargo, algunas excepciones. Son las que hace valer Francisco para elevar a Juníper Serra a la santidad. Usa las facultades papales que le son propias, al considerar que la devoción, la ejemplaridad y el culto al franciscano de Petra están sobradamente acreditados.

Alcanzar el punto que se consuma el próximo miércoles en explanada de la básilica nacional de la Inmaculada Concepción, en Washington, no hubiera sido posible si, pese a todo, los indígeneas de la alta y baja California no hubieran salvado la memoria del humilde y emprendedor franciscano de Petra. Es el antecedente de la investigación iniciada en la década de 1940 por la provincia franciscana de Santa Bárbara. Hay dos hombres claves en este proceso de partida, los dos Franciscanos Menores, como Juníper, son los californianos Maynard J. Geiger y, en segundo término, Enric O'Brien. El primero es, sin duda, el biógrafo de referencia del evangelizador de California. Amplió y actualizó la biografía inicial que Francesc Palou, el palmesano compañero del petrer, escribió de Juníper. Geiger fue el introductor de la causa de beatificación, llegó a reunir 17.000 páginas de investigación y O'Brien entrevistó a más de 200 descendientes de colonos de California. La primera documentación fue entregada al Vaticano por la diócesis de Fresno en 1950.

Un vasto proceso de investigación histórica, paralelo y entrelazado con el incremento de la devoción religiosa, no resulta incompatible con los efectos de la casualidad. Juníper sería todavía más ignorado o infravalorado en Mallorca y España si un día un capellán de la marina mercante, natural y residente en Petra, Francesc Torrens (1856-1924) no hubiera topado en el "baratillo" de Palma con un viejo ejemplar de la biografía de Serra escrita por Palou. Lo adquirió por una peseta. Torrens, aficionado a la historia, de hecho es autor de varios tomos sobre la materia centrados en Petra, no dejó perder la ocasión de profundizar en el conocimiento de su paisano. Pronto involucró en ello a Miquel Ramis, un maestro nacional, humilde y tenaz, fallecido en 1979, que con el tiempo se convirtió en verdadero propagador de la causa y obra de Serra, amparando aún a otros investigadores más pretensiosos. Ramis es el autor del Himme a Fra Juníper Serra al que puso música Bartomeu Gayá. La composición suspira para que Arribi prest la gran diada en que a Juníper posada sia corona de sant. Ahora deberá ser actualizada.

Contemplada desde Mallorca, la canonización resulta impensable sin la contribución de otros hombres como Salustiano Vicedo, el restaurador de los Franciscanos Menores en Petra, el hermano de La Salle, Sebastià Rubí o el más controvertido, Bartomeu Font Obrador.

Sin embargo, la labor más importante corresponde sin duda al más desconocido de todos ellos, Jacinto Fernández-Largo, otro franciscano menor, que acostumbraba a pasar temporadas en Petra. Fue el vicepostulador para España de la causa de beatificación de Serra. Lúcido, perspicaz, conversador y curioso hasta el infinito, se sabía al dedillo la vasta Positio Histórica de Juníper. Se fue a la tumba sin poder descifrar el "gran desengaño" que se le escapa a Palou en la biografía de su compañero de Petra, pero sin él, la Congración para la Causa de los Santos no hubiera podido disponer del millar de páginas que permitieron declarar venerable a Juníper en 1985. Ni Juan Pablo II hubiera podido proclamarlo beato el 25 de septiembre de 1988 en la plaza de San Pedro del Vaticano. Son los antecedentes de la canonización que Francisco hará efectiva ahora en Estados Unidos, un país que, con datos actualizados, cuenta con 72 millones de católicos que representan el 22,7% de su poblacion total.

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