Él mismo confiesa que en reposo sus pulsaciones no pasaban de las cuarenta por minuto. Todavía hoy, con 72 años y encima de la bicicleta, raramente supera las cien. No sabemos a cuánto se puso ayer a bombear su corazón, pero su cara reflejaba centenares de pulsaciones de felicidad, tantas como bicis quisieron acompañar a Miquel Mas (Manacor, 1943), en el homenaje que su pueblo le rindió ayer con motivo del 50 aniversario de su mítica victoria en el campeonato del mundo en pista tras moto Stayer de Donostia, en 1965.

Como hace medio siglo, la plaza de sa Bassa, centro cardiaco de Manacor, volvió a llenarse aunque no fuera con la intensidad de hace medio siglo, cuando Manacor se paralizó. Miquel, ayer sin su maillot multicolor ni las ruedas que le hicieron volar (expuestas en Can Garanya), volvió a cambiar su fama por el aprecio de la calle, por las caras que siempre le han visto trabajar en el carrer d'Artà. El sudor de aquella tarde en el velódromo de Anoeta se vio recompensado.

Aunque la 'bicicletada', en realidad, comenzó a las 20 horas frente al nuevo auditorio manacorí. Allí, los abrazos y besos se sucedieron, todos sinceros. Mas correspondió sonriendo como siempre, esta vez sobre una bicicleta de montaña. Le siguieron el alcalde, Miquel Oliver y varios concejales. Todos admiradores aunque ninguno le viera coronarse.