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Es passeig

Un superviviente del 'balconing' se reencuentra con su salvador

El año pasado, un turista irlandés que se llama Dave Sullivan estaba pidiendo comida para llevar en Santa Ponça (Calvià), después de salir de marcha. De pronto, oyó un estruendo. Se giró y vio de cerca una de las trágicas manifestaciones de los excesos etílicos: el balconing. Un compatriota suyo, Oisin Meritt, yacía en el suelo tras caerse. Sullivan, que procede de una familia de voluntarios de la Cruz Roja, le dio los primeros auxilios. Fueron vitales. "Lo más importante fue contener la sangre. Usé mi camiseta para presionar contra su cabeza. En un momento dado, recuperó la conciencia y me preguntó si era grave. Yo le dije que no. Entonces, él me preguntó si se iba a morir. Yo sólo reí, porque no quería que entrara en pánico", recuerda Sullivan, en declaraciones que recoge la prensa irlandesa. El herido llegó a estar un mes en coma inducido. De vuelta en Irlanda, Meritt prosiguió con su rehabilitación. Hace unas pocas semanas, tuvo una visita especial, la de Sullivan. "Cuando me reuní con él fue como si lo conociera de siempre. Ha sido realmente duro para él. Toda su vida se ha trastocado. Le han dicho que no podrá hacer deporte de nuevo, lo que le ha roto el corazón. Pero está muy esperanzado con su futuro", declararía después Sullivan al Galway Advertiser, cerrando el círculo de una historia con final agridulce.

Bicarbonato para los ediles

La catarata de fiestas de verano que se celebran estos días en Calvià hace que los compromisos se multipliquen para los concejales del equipo de gobierno, que se prodigan en estos festejos en representación del Ayuntamiento. Con tantos sopars a la fresca, deberán echar mano de bicarbonato para facilitar la digestión.

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