Durante los meses de junio y julio la actividad se acelera en uno de los últimos sequers de albaricoques que quedan en Porreres. Ca na Lluïsona lleva más de 60 años acudiendo puntualmente a la cita anual del ritual que antaño teñía de tonos anaranjados las tierras locales durante los tres meses de pleno verano.
En la actualidad ya son pocos. En Porreres también podemos encontrar el de Can Vanrell y el de Can Parrí, si bien es cierto que a nivel particular y para consumo propio sigue habiendo algunos que mantienen la tradición del secado del fruto.
El año 2015 no se recordará por la bonanza en la recogida de albaricoques, y mucho menos del producto secado ya que la producción de la estrella de la familia, el galta roja, ha sido mínima. Rafel Juan Juan, de 95 años, no recuerda una temporada con tan poca producción de esta variedad. Este año la gran producción de albercoc sec será de la variedad canino que si bien su calidad ha sido excelente, no llega a las cualidades de su hermano que cuenta con una acidez y fibras que le dan unas características que lo diferencian del resto.
El arte de 'xapar'
Durante junio y julio, Rafel Juan Garí y su hijo Rafel han ido recogiendo de buena mañana los frutos en las tierras familiares. Ya por la tarde, Maria Orell Lluïsona y sus amigas Margalida Picornell Vila, Antònia Rigo y Maria Antònia Cerdà, llevan a cabo el trabajo de xapar los albaricoques para luego colocarlos en canyissos en los que se secaran al sol de la finca des Rafal, y al llegar a su punto optimo de secado serán 'cocidos' con azufre que es lo que les da la consistencia final y su conservación durante un año.
Durante las largas horas de trabajo son muchos los recuerdos que vienen a la memoria de años en los que el sequer suponía una buena entrada económica para las familias porrerenques. Tanto es así que na Lluïsona recuerda que cuando querían comprar alguna cosa y la respuesta de los mayores siempre era: "En haver venut es sec".
Rafel Juan hijo recuerda con añoranza aquellas mañanas en que acudía con el carro de su abuelo a las fincas en busca de los albaricoques que luego por la tarde eran partidos por unas diez parejas que, para divertirse, no paraban de contar historias y chistes, algo que convertía una tarea muy monótona en divertida. Maria también rememora cómo durante el tiempo de secado, toda la familia que no vivía en Porreres, acudía para participar en las tareas y de esta manera todos aportaban su granito de arena.
Para Rafel es una tradición que no tiene que ser tratada de una forma folclórica, ya que, según él "el día que esto pase va a perder todo su trasfondo". La restauración de la Fira de l'Albercoc, que organiza de manera anual el Ayuntamiento ha supuesto un resurgimiento del fruto porrerenc que había perdido mucho fuelle.
A partir de mediados de julio el trabajo se traslada al ensofrador donde Rafel Juan Garí, cada 10 o 15 días va quemando la dosis justa de azufre para conseguir el secado óptimo del producto y la conservación que los mantendrá en buenas condiciones para su consumo durante un año completo. Pasado este tiempo el albaricoque seco se vuelve negro y pierde su aspecto físico y sus cualidades.
Productos derivados
En Ca na Lluïsona además, también se realizan otros derivados de la fruta por excelencia como son por ejemplo la pulpa, la confitura, los zumos y el almíbar (todo para consumo propio). El albercoc sec lo comercializan a través de dos puntos: la cooperativa de Porreres de la que son socios y la empresa local Llorenç Cerdà. El último producto que se comercializa son los huesos, que son utilizados unos para plantel; el resto para productos cosméticos. Na Maria Lluïsona este año pondrá a la venta unos 300 kilos, nada que ver con las producciones de los años 60 y 70 del siglo pasado.
