El pasado lunes falleció, solo cinco días antes de cumplir los 101 años, Margalida Balle Cruellas, de Son Terrassa, la abuela de Bunyola. Nacida hace un siglo en Orient, ha sido una de las últimas personas -probablemente la última- nacida y criada en este llogaret, cuya historia conocía en profundidad y ayudó a recuperar en los últimos años. Recordaba los nombres de sus habitantes, de sus comercios y tabernas, las costumbres... Fue también la primera niña en cantar la Sibil·la en la iglesia de Sant Jordi de la aldea.

En la possessió de Son Terrasa, de la que sus padres eran amos, conoció a quien sería su marido, Jaume Nadal, de Can Fil, que estaba emparentado con la familia Muntaner dels Cocons, de la que eran miembros los escritores Llorenç i Miquel Villalonga, y con quien se casó en 1944. Tras pasar los primeros años de casados en otra possessió de Orient, Son Vidal, en 1949 se trasladaron a Bunyola, a la Posada dels Cocons, y cuidaron las tierras de l'Ametlar -una gran finca situada en pleno núcleo urbano del pueblo frenta a su casa- y la Tanca de Can Fil.

Tras la prematura muerte de Jaume Nadal en 1977, fue ella misma quien cuidó de las fincas hasta pocos años antes de trasladarse a vivir a Son Sardina con unos familiares. Era el año 2004 y desde entonces volvió al pueblo en contadas ocasiones, aunque tuvo un último detalle con Bunyola: hace poco más de cinco años, cedió el uso de l'Ametlar a un grupo de jóvenes para que fuese un huerto comunitario que todavía hoy funciona. Su muerte deja en el aire el futuro de este espacio, que ahora pasa a sus herederos. El pacto de cesión de uso expiraba cuando ella muriera: tienen derecho a recoger la última cosecha.