Ca los Camps, una de las postales más reconocidas y famosas del litoral del este de Mallorca, sigue presentando un preocupante estado de abandono y falta de seguridad para los bañistas. Los escombros provocados por la caída de dos de los cuatro escars sobre la zona de baño permanecen sin ser retirados desde que en diciembre del año pasado un temporal de viento y agua afectara a la costa artanenca, derrumbando los varaderos más modernos de la cala y dejando un panorama de ruina, piedras y grietas que hacen temer que el problema pueda incluso agravarse.

"En estos momentos estamos aún pendientes de que el área de Patrimonio del Consell no dé permiso para empezar a actuar y desarrollar el proyecto que ya tememos aprobado", explica el alcalde en funciones de Artà, Tolo Gili, para quien la intervención es "prioritaria", ahora que llegan los meses de verano y hasta la cala virgen de Ca los Camps se acercan cada temporada miles de bañistas.

La intervención, que tiene un coste aproximado de 12.000 euros, prevé terminar de demoler a mano la zona afectada por el temporal para que, una vez las dos estructuras estén en el suelo, comenzar la eliminación de escombros mediante pequeña maquinaria. Cuando los trabajos empiecen habrá que contar con las dos o tres semanas más de margen para terminar la primera fase de la intervención.

La segunda, sin presupuesto ni tiempos de ejecución por el momento, será la que deberá rehabilitar los dos varaderos todavía en pie y que son los que cuentan con un mayor valor patrimonial, y los que marcan la imagen más característica de la cala. Hay que recordar que Ca los Camps se encuentra en una zona de Bien de Interés Cultural (BIC), por lo que cualquier intervención debe pasar por una larga fase administrativa.

El tercer problema que debería solventarse de forma urgente y que también está inquietando a los visitantes, es el mal estado en que se encuentran las zona de acceso y sus aledaños. La rampa que baja hasta las cercanías del agua, por ejemplo, hace tiempo que tiene tramos desprendidos y ha tenido que ser vallada por el ayuntamiento de Artà. Aunque el salitre y el paso de los meses han hecho que el oxido afecte también a las medidas de precaución. Hay que recordar por último que se trata de un entorno peculiar y de difícil acceso en coche, lo que no impide que año tras año muchos vehículos de acerquen en demasía hasta las rocas.