Este año se cumple el 120 aniversario del hallazgo de los Bous de Costitx en la finca de Son Corró y para recordarlo el Ayuntamiento ha organizado, en el marco de la feria Costitx en Flor que se celebra hoy, una exposición en la Rectoría que combina divulgación histórica, paneles gráficos y documentos originales sobre las emblemáticas figuras talayóticas que se exponen en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid a pesar de haber sido reclamadas en numerosas ocasiones por el pequeño pueblo del Pla que los venera como iconos y símbolos de cohesión social.

La muestra, supervisada por la historiadora e investigadora Clara Cassanyes, acercará a los visitantes todas las claves del hallazgo, en el año 1895, de las figuras que datan de la Edad del Hierro (entre los siglos IV y II Antes de Cristo), así como sus peculiaridades, su venta y las gestiones políticas llevadas a cabo de forma infructuosa para el retorno de los Bous a la localidad donde fueron descubiertos de forma fortuita, que tiene que conformarse con unas réplicas no demasiado afortunadas de las cabezas astadas.

Incógnitas

Los Bous de Costitx siguen rodeados de misterio. Algunos autores defienden que fueron fabricados en la isla, aunque la tesis más extendida es que fueron importados a Mallorca como trofeos de guerra para ser expuestos en un santuario. Su origen podría ser griego, fenicio o romano, ya que en aquella época nuestra isla formaba parte de la extensa red comercial iniciada en el siglo XVIII A. C. por griegos y fenicios en el Mediterráneo. Otra teoría señala que los Bous pudieron servir como mascarones de proa de algunas embarcaciones que surcaban el Mare Nostrum.

A principios de mayo de 1895, un grupo de trabajadores que habilitaban una era en la finca de Son Corró, propiedad de Joan Vallespir Serra (familiar directo de la mujer del actual alcalde de Costitx, Antoni Salas), se encargaba de retirar piedras para despejar la tierra cuando las palas se toparon con un objeto metálico. "Aparecieron dos figuras con forma de cabeza de toro, y más adelante una tercera", explica Cassanyes.

Los Bous de Costitx habían sido descubiertos, y los historiadores y eruditos de la isla empezaron a ocuparse del hallazgo. Destaca la figura de Bartomeu Ferrà Perelló, cofundador de la Societat Arqueològica Lul·liana, uno de los investigadores que, junto a Gabriel Llabrés Quintana, más se interesaron por las figuras y que intermediaron para que los Bous se quedaran en Mallorca.

El propietario de la finca de Son Corró tasó las tres figuras de bronce en 3.500 pesetas. Según el Código Civil publicado en julio de 1889, los tesoros ocultos debían pertenecer al dueño del terreno y si eran "interesantes para las Ciencias o las Artes", el Estado podría adquirirlos por su "justo precio". Según explica la autora de la muestra, "desde el primer momento los miembros de la Societat Arqueològica Lul·liana, y especialmente Ferrà, intentaron sin éxito que la Diputación Provincial adquiriese los Bous para que se quedasen en Mallorca ante el temor de que el propietario aceptase ofertas de algún comprador extranjero".

Tanto Ferrà como Llabrés negociaron la compra de los Bous por parte del Gobierno español, aunque intentaron hasta el último momento que fuese la Diputación (actual Consell) la institución que adquiriese las figuras a un precio inferior al acordado con el Estado. El 30 de noviembre de 1895, las piezas llegaban al Museo Arqueológico Nacional de Madrid.