Los calvianers que hayan navegado por la red esta semana pueden haberse encontrado en algunos digitales con un titular que, seguramente, les habrá dejado con la boca abierta: 'Palmanova, la ciudad más perfecta del mundo'. "¿Cómo? ¿En serio?", se habrán preguntado los lectores locales. "Vale, está claro que Palmanova tiene unas playas bonitas y bien equipadas. Y no presenta tantos hoteles mamotretos en primera línea como Magaluf. Cuenta, además, con el Paseo del Mar, con buenos restaurantes y cafés emblemáticos. Tiene un puerto muy coqueto. ¿Pero se merece ese calificativo?", pueden haber pensado esos lectores.
La sorpresa, sin embargo, se esfumaba al pasar del titular al cuerpo de la noticia. Resulta que en Italia existe otra Palmanova, que fue fundada en 1593 y que diseñó con detallismo milimétrico el artista y arquitecto Vincenzo Scamozzi, dando lugar a unas formas arquitectónicas y geométricas que la acercan a la mayor perfección posible desde el punto de vista del diseño, según han concluido los expertos.
Grandes decisiones deportivas que se tomaron en... Magaluf
La historia del deporte demuestra que, a veces, grandes decisiones deportivas se toman en sitios, cuando menos, extraños. Sitios que no se caracterizan precisamente por un ambiente relajado, propicio para cualquier reflexión. Sitios como Magaluf. Lo contaba hace poco Howard Kendall, una figura legendaria del fútbol británico. Explicaba que decidió dar el gran paso de fichar para el Everton a Gary Lineker (el delantero que haría carrera en el Barça), mientras se tomaba una cerveza en la playa de Magaluf después de ganar el campeonato. Claro que aquello era 1985. Si Kendall hubiese veraneado en el Magaluf de 2015, entre pub crawling, party boats, fiestas de camisetas mojadas, 2x1, hot shots, cócteles a un euro y demás desparrames etílicos, su cabeza no hubiese estado para ningún tipo de reflexión trascendente.
