El escándalo sobre una presunta trama de corrupción en la Policía Local de Calvià ha pasado factura al día a día laboral de los agentes. En conversaciones informales, algunos de ellos explican que se sienten un poco desconcertados sobre el protocolo que deben seguir en las inspecciones a locales, especialmente en Magaluf, en el ojo de la tormenta judicial tras el estallido del caso. Con todo el revuelo generado tras las detenciones del jefe de la Policía y de otros dos policías, todos ellos actualmente en libertad, aseguran que se ven obligados a ir con pies de plomo durante su labor para que no les pillen en un renuncio. La falta de información sobre el caso -que sigue bajo secreto de sumario- tampoco ayuda a aclarar a qué deben atenerse.

Concejales como el Guadiana

Al igual que se dice que el Guadiana aparece y desaparece a discreción, hay algunos concejales (no todos) que adoptan esta misma rutina, aunque en este caso se conocen mejor los patrones que explican este fenómeno. A medida que se acercan las elecciones de 2015, salen del caparazón consistorial con calefacción y, un poco cegados aún por la luz de la calle, se dirigen a contactar con seres humanos como él para decirles que se preocupa mucho por ellos y que a ver qué necesitan. Lo que no sabe ese neonato político es que el ser humano tiene memoria. "Ésta ha estado cuatro años sin venir, y ahora viene a decirme no sé qué. ¿Pero se piensan que somos tontos o qué?", razonaba recientemente el dueño de un establecimiento que había recibido la visita de una de estos ediles que ahora descubre la calle.