Y Sant Pere volvió a hacerse a la mar para, desde allí, bendecir de nuevo a devotos y marineros en las primeras procesiones marítimas del verano, que pronto completará la Virgen del Carme. La escultura del santo surcó entre anteanoche y ayer tarde, los puertos de Sóller, Alcúdia, aunque se quedara en tierra en la Colònia de Sant Pere (Artà).

El patrón de los pescadores volvió a congregar al público ya desde los aledaños de la misma iglesia del Port d´Alcúdia, que fue cogiendo las mejores posiciones para no perderse ni un detalle de la procesión. Al mismo tiempo, la cofradía y la banda de música se colocaban en sus puestos para comenzar la marcha por las calles, vestidas de laurel.

Como no podía ser de otra forma, fue frente al mar donde se culminó uno de los momentos más emotivos y característicos de la fiesta. El santo fue portado hasta el muelle y fletado en un barco pesquero tradicional. Los botes, minuciosamente decorados para la ocasión, navegarán portando a la comitiva y a todo aquel que quiera no perderse ni un detalle.

En Sóller, centenares de personas quisieron acompañar la talla hasta el puerto, donde embarcó con cuidado y salió mar adentro para desde allí, una vez casado con el pueblo y sus hombres de mar, volver a tierra firme.

Algo parecido a lo que sucedió en la Colònia de Sant Pere, pero sin excursión marítima. De hecho hubo dos contratiempos y una curiosidad. A las siete y media de la tarde, el franciscano Bernat Nebot no pudo oficiar la misa solemne como estaba previsto y tuvo que ser substituido.

Después de la oración, el traslado de la figura comandada por los xeremiers de Artà, solo pudo llegar hasta el club náutico dado el mal estado del mar. Eso hizo que la ofrenda floral fuera en el muelle y que Sant Pere no pudiera navegar y volviera a la parroquia. La curiosidad es que este año, y tras muchos sin ella, los marineros habían confeccionado una nueva llave para la talla del santo, un acceso al cielo que no sirvió para calmar las aguas.