Párvulos y preadolescentes de Alcúdia se reunieron ayer en la playa del puerto para celebrar una de las tradiciones de las fiestas de Sant Pere, el concurso de castillos de arena. Se trata de una fiesta cuenta con casi cuarenta años de historia. La regidora de Fiestas, Angela Amer, recordaba sus años de infancia participando en la competición al ver a los pequeños absortos en sus creaciones.

Sin embargo, aunque se trate de un certamen que resulte ser una de las celebraciones recordadas por los alcudienses, no todos los años cuenta con la participación esperada. Y es que los participantes asiduos contaban que el año pasado apenas llegaron a diez los castillos implicados. No ha sido el caso de este año, en el que la playa se ha visto invadida por padres, vecinos y amigos de los más de veinte jóvenes arquitectos que se dieron cita frente al mar.

La categoría de los más jóvenes se distingue de las demás por el color rojo y admite a infantes de 3 a 5 años. En el polo opuesto se encuentra la categoría de los más expertos, que se encuentran entre los diez y los doce años de edad y cuyo color distintivo es el negro.

Jóvenes veteranos

La mayoría de los jóvenes de las categorías más mayores eran ya veteranos en el certamen, pues contaban que llevan participando en él prácticamente desde que les alcanza la memoria. De modo que, concentrados, diseñaron las murallas, las puertas, e incluso algunos accesorios peculiares para sus creaciones. Mientras tanto, los más pequeños fueron ayudados por hermanos y padres a levantar un castillo original que pudiera cautivar a los jueces.

El concurso comenzó a las diez de la mañana para finalizar una hora y media más tarde. El jurado, presidido por la regidora Angela Amer, fue visitando las diferentes construcciones y escuchando las presentaciones de sus creadores.

Fueron descubriéndose los más variopintos castillos, que iban desde una ciudad del polo norte a unas ruinas romanas inspiradas en la antigua ciudad de Pol·lentia o una construcción que simulaba ser una tarta de cupcakes.

Los miembros del jurado, junto a la alcaldesa, Coloma Terrassa entregaron tres premios para cada categoría. Los obsequios consistieron en juguetes para la playa como tablas de surf, pistolas de agua o colchonetas. Sin embargo, ningún niño se quedó sin regalo, pues incluso los que no consiguieron clasificarse recibieron un flotador de corcho a modo de recuerdo. Una vez se entregados los premios los niños se apresuraron a estrenar sus regalos en la playa, corriendo entre las construcciones que quedaron abandonadas a merced de turistas y mareas hasta que vuelvan a levantarse el año que viene.