Glosadors de Mallorca fueron premiados ayer con el Reconeixement de Mèrits de la Escola de Mallorquí de Manacor. Un galardón merecido por su defensa de la cultura y lengua catalana a través de la improvisación, la rima y la ironía sin filtros. Una fórmula que volvieron a combinar a la perfección durante la gala de entrega celebrada en el teatro municipal, un portento que, tal y como anunció su madrina de anoche, Magdalena Gelabert, "no viene del arte de la contemplación, sino que cumple una función social de crítica".

La asociación cultural Glosadors de Mallorca nació hace relativamente poco, en 2008, con la clara vocación de integrar en su seno a todos los glosadors y dar continuidad a la labor divulgativa y organizativa, que durante más de una década llevó a cabo la asociación manacorina Canonge de Santa Cirga. Entre las funciones de Glosadors de Mallorca están la de promover y gestionar los glosats a lo largo de la isla, así como organizar encuentros con improvisadores foráneos, tanto nacionales como internacionales, como las Dotze Hores de Glosa de Manacor, en 2013.

Este es el trigésimosexto premio entregado a la conservación y promoción de la lengua propia, consistente, desde hace unos años, en una pequeña escultura del artista Llorenç Ginard. Durante la presentación de Francesca Llull, profesora de baile y talleres de danzas rituales de la Escola Francesca Llull, hubo, evidentemente, alusiones punzantes a la actualidad, brotes de rima improvisada, sátiras bien tiradas.

Gelabert, gerente de la Institució Antoni Maria Alcover, presentó y alabó la trayectoria de una asociación que actualmente tiene su sede en el Molí den Polit de Manacor, "la capital del glosat", gravitando desde ahí con talleres por toda Mallorca, incluyendo escuelas e institutos.

El portavoz de Glosadors fue Felip Munar, quien presentó una particular velada improvisada en lo alto del escenario, herbes incluidas. Allí, cantera, jóvenes promesas y figuras asentadas dieron una lección de cómo sentar cátedra desde lo local a lo universal, en lo que el ilustrado Cosme Aguiló ha definido como una "recuperación sobrenatural" en la última década.