Jaume Pons tiene abierta su peluquería en Campanet desde que cumplió 18 años. Precisamente el establecimiento acaba de cumplir su aniversario. Nos recibe al pie de la silla de trabajar, tijeras y peine en mano, y una sonrisa para iniciar la conversación

—¿Barbería tradicional o peluquería?

—Las dos cosas a la vez, ya que todavía hay quienes vienen a cortarse el pelo y aprovechan también para afeitarse.

—¿Qué diferencia hay entre el corte a navaja, a tijera o con las maquinillas modernas?

—El corte a navaja es más duradero y quienes se deciden por él lo aprecian más. Pero hoy en día prácticamente nadie se decide por este tipo de corte.

—¿Cuándo empezó en su oficio, cortaba más los cabellos o afeitaba?

—Cuando empecé hace 23 años había clientes que acudían a la barbería a afeitarse semanalmente, mientras que otros se cortaban los cabellos y a la vez se afeitaban. En la actualidad han cambiado las costumbres, los hombres se afeitan más en casa.

—¿Qué ha variado a lo largo de estos años?

—Antes la gente acudía mayoritariamente los sábados, ya que el horario de trabajo era diferente al actual. Muchos clientes trabajaban más horas, sobre todo en la construcción, lo que les impedía acudir a la peluquería entre semana. Ahora los sábados escasean los clientes.

—¿La peluquería es todavía un buen lugar para enterarse de los acontecimientos locales?

—Sí. Aquí se inician tertulias y se comentan los hechos relacionados con la caza o los deportes, además de los acontecimientos políticos del pueblo...

—¿Qué tipo de clientes atiende?

—De toda clase. Niños, jóvenes, mujeres mayores, e incluso atiendo al hombre más anciano del pueblo.

—¿Cree que la crisis ha afectado a las peluquerías?

—Sí, y desde hace años. Empezó con la implantación del euro, a lo que se sumó la introducción de las maquinillas de afeitar y de cortar, así como algunos casos de competencia ilegal que ha hecho que los profesionales en este oficio nos sintamos afectados. También añadiría el elevado coste del IVA que debemos abonar.

—¿Cómo es la vida diaria de un peluquero?

—Hay momentos en que no hay clientes, en cambio en otros puede sé que casi siempre hay dos o tres esperando, depende un poco del día. Yo no doy hora ya que en un pueblo es difícil, sobre todo para determinadas personas.

—¿Da para vivir en un pueblo una barbería?

—A día de hoy simplemente da para vivir. Incluso hay momentos en que no hay clientes por eso decidí prestar también servicio desde hace dos años a los mayores del vecino municipio de Búger. Llegué a un acuerdo con el Ayuntamiento a fin de que no tuvieran que desplazarse.

—¿De dónde proceden sus clientes?

—Sobre todo de Campanet, pero también viene personas de Búger y Moscari.

—¿Por qué eligió esta profesión?

—No me gustaban los estudios y mi padre me animó a tomar este oficio ya que en el pueblo sólo había un barbero a punto de jubilarse.

—¿Sería posible subsistir con cuatro o cinco barberías como había antes en el pueblo?

—Hoy es imposible, entonces muchos barberos lo hacían como entretenimiento ya que trabajaban en otros oficios; en Campanet muchos eran alpargateros

—¿Alguna anécdota?

—Antes había algunos clientes, ya fallecidos, que acudían a la peluquería una hora antes de abrir. Normalmente eran clientes que se afeitaban. Estaban acostumbrados al funcionamiento de las barberías tradicionales. Sucedía los primeros años que abrí.