Los cinco años que Tomeu Bennàssar vivió en Nueva York le sirvieron para aprender un inglés muy fluido que le fue de gran utilidad en su profesión de taxista en una isla tan cosmopolita como Mallorca. Aquí conoció a personajes de fama internacional.

Cuando hacía medio año que ejercía de taxista en Palma, fue a cargar clientes en el hotel Maricel y le paró "un hombre que debía tener unos 40 años, muy delgado, que me preguntó si sabía hablar inglés". Ante la respuesta afirmativa, el cliente celebró que "había tenido mucha suerte porque en el hotel le dijeron que no había taxistas que hablasen inglés en esta isla". Su cara le sonaba mucho y le dijo: "yo te he visto en alguna parte". El viajero le contestó con un seco: "I am Monty".

Era el mismísimo Montgomery Clift, que había llegado a Mallorca para visitar a su amigo Errol Flynn. "El problema es que éste estaba de ruta con su velero, por lo que el actor me propuso que le mostrase la isla con mi Chevrolet importado de Estados Unidos", recuerda Tomeu.

El primer lugar que visitaron fue el hotel Formentor, en el que el actor quería visitar la suite donde había estado alojada Grace Kelly, con la que había tenido una gran amistad, según le confesó. Al llegar a la habitación, "empezó a hacer fotos a todo". "Recuerdo que durante el trayecto hasta Fomentor le iba explicando cuál era cada pueblo, pero a la altura de sa Pobla me di cuenta de que estaba dormido". También hablaron mucho de cine en el coche y, sobre todo, de la película ´Yo confieso´ que el actor acababa de estrenar.

El paseó durante una semana por Mallorca, y el paisaje que más le cautivó fue la carretera entre Valldemossa y Deià, que el actor calificó de "fascinante", aunque también le gustaron mucho las cuevas del Drach. Un detalle que recuerda de él es que en las despedidas siempre le daba dos besos, algo que le extrañaba. "Después supe que era homosexual".

En Mallorca, Clift llegó a comprar 80 metros de una tela roja en Can Bonet para tapizar los muebles de su apartamento en Nueva York. El propio Tomeu se encargó de realizar las gestiones necesarias para transportar la tela desde Mallorca hasta Norteamérica. "Y no me llevé ninguna propina por el trabajo", lamenta.