Las manifestaciones más grandes que se recuerdan en el municipio de Calvià son de los tiempos en los que la selección española no se había olvidado de jugar a fútbol y triunfaba en Europa y en el mundo. Eran manifestaciones de alegría, claro. De los otros tipos de concentraciones ciudadanas, las que se hacen para reivindicar algo o protestar contra algo o alguien, el municipio no anda sobrado. Lo demostró cuando el anterior equipo de gobierno privatizó el servicio de agua de Calvià 2000. Se convocó entonces una manifestación y apenas reunió unas decenas de personas, que eran sobre todo miembros de la oposición socialista y representantes sindicales. Nada que ver con la indignación ciudadana que estalló en otros municipios de la península, como Alcázar de San Juan o el Puerto de Santa María, donde se llegaron a producir encierros en sede consistorial cuando les anunciaron que iban a privatizar un servicio básico como es el agua. Esa misma tendencia algo apática se pudo observar en la manifestación convocada ayer en Magaluf para pedir más seguridad para combatir las prácticas delictivas (robos y violencia) asociadas a la prostitución. Hubo una participación notable para la hora y el día que era, sí, pero sorprendió que, entre los asistentes, fueran mayoría ciudadanos británicos que residen o trabajan en Magaluf, y no los propios calvianers. Por no haber, no hubo ningún miembro de partidos de la oposición, y eso que tienen tendencia a anotarse a un bombardeo con tal de dejarse ver en este tipo de actos. Esta poca participación del calvianer resultó aún más llamativa cuando durante todo el verano se suele escuchar un clamor a pie de calle y de barra de bar contra la prostitución callejera. Entre los residentes que sí se pudieron ver en la protesta estuvieron algunos taxistas del municipio, el presidente de Acotur, Pepe Tirado, y unos pocos vecinos de la plaza colindante al Martinique. Quizá falló la política comunicativa de los organizadores de la protesta o quizá es que el sofá atrae mucho. La única certeza es que, hasta que la Roja vuelva a ganar algo, las calles del municipio no parece que vayan a moverse por nada.