Si la llegada del ferrocarril, en 1878, supuso todo un acontecimiento, celebrado en sa Pobla como un avance de progreso, la puesta en servicio del primer autobús de línea entre sa Pobla y Palma en 1924 no dejó indiferentes, ni mucho menos, a los moradores de una población que empezaba a saborear los primeros frutos de los sudores que, de sol a sol, esparcía sobre sus fértiles tierras.

Fue la familia Reynés-Simó, Gabriel Siulet y Maria Ravella, quienes dieron otro paso al frente en el progreso local con el servicio de transporte de pasajeros por carretera, entre la localidad norteña y la capital. Nacía así la única empresa poblera de transporte de viajeros durante más de 30 años.

Llorenç Reynés Simó (sa Pobla 1925) todavía no había nacido cuando sus padres compraron y pusieron en servicio su primer autobús de línea, pero recuerda, por transmisión oral, que era un Lancia de color amarillo”.

Recuerdos

Llorenç es el menor y único superviviente de los seis hijos que tuvieron sus progenitores: Joana, Biel, Pep, Sebastià, Margalida y el propio Llorenç, por este orden cronológico de nacimiento. El interlocutor recuerda cuando incorporaron su segunda camiona, fue en el año 1930, y posó junto al resto de su familia en la foto que hicieron el 31 de agosto del mismo año, con motivo de su bendición, en la plazoleta de la iglesia.

“En la foto (que cede para su publicación) estamos; mis padres, el tío Pep Ravell, la abuela Melciona y el abuelo Ravell, en la fila de atrás y delante de ellos, mis hermanos Joana, Gabriel, Pep, Sebastià, Margalida y yo”. Añade que se trataba de un vehículo de la marca Dodge de color gris, con un portaequipajes sobre su techo, donde se colocaban los bultos que transportaban los viajeros y con capacidad para unas 20 personas, “más algún otro pasajero que colocaba mi madre con su frase suplicante de “venga, una ancadeta més” que se hizo famosa en todo el pueblo. Mi madre era la que cuidaba del negocio de transporte, la que embarcaba y recibía a los viajeros en la parada habitual, frente a la casa consistorial”.

El chófer del referido autocar, era Antonio Reus Parrús, que en los años cincuenta instalaría la primera agencia de transporte regular de mercancías por carretera entre sa Pobla y Ciutat, empresa que hoy todavía presta este servicio diariamente.

El mecánico del autocar era Vicenç femenías Petrer, un auténtico genio de la mecánica automovilística de aquella época.

Otro chófer de la empresa fue, durante años, Jaume Iserm de sa Sargenta.

Huida

Con el estallido de la Guerra Civil, la camiona de na Ravella, y su chófer Toni Parrús fueron protagonistas de un episodio, cuando menos arriesgado, aquellos días. “Llegado el trance fraticida, la más incivil de las guerras, los autocares y los chóferes de Can Ravell fueron requisados. Pero antes, con el estallido del 18 de julio de 1936, la camiona, conducida por Toni Parrús, ayudó a la huida de un grupo de jóvenes -de confesada ideología republicana- que se habían hecho fuertes contra los falangistas, en el cuartel de carabineros, situado en la carretera de Inca, a la salida del pueblo.

Así, Joan Pizá de San José, Antoni Gost Curro, Jaume Serra Cuca, Pep Bassa y otros llegaron hasta los parajes del Cap des Pinar (Alcúdia). A su llegada, de regreso a sa Pobla, el conductor, escondió el autobús en una calle de cocheras, “dando tiempo a los fugitivos a protegerse, de la búsqueda del pelotón falangista, cuyos integrantes terminaron sometiendo a Toni Parrús a un severo interrogatorio”, así lo narra Alexandre Ballester en uno de los capítulos de su libro Àlbum del Temps. Històries pobleres.“

“Cuando Toni Parrús montó su agencia de transportes, pasó al volante del autocar mi hermano Pep, que junto con mi padre trabajaba cultivando nuestras tierras familiares, después fue el otro hermano Sebastià quien dejó su trabajo de mecánico en los talleres de Can Eixut”, comenta Llorenç.