El Port de Sóller ha perdido una de sus históricas embarcaciones. La barca del bou Llandarina, que hace unos días entró en proceso de desguace, ya forma parte de la historia; lo que también implica el punto y final a tres generaciones de pescadores nacidos en el seno de la familia Moranta, una de las más marineras de la localidad costera.

El punto y final de Llandarina viene ser el reflejo de la situación del sector pesquero del valle, que en los últimos años ha visto mermado sus ingresos en inversa proporción a la presión que ejercen las administraciones públicas, hasta el punto de que la familia Moranta ha decidido abandonar.

Construida con madera de iroco en los astilleros Hermanos Vermell de Porto Cristo, la Llandarina fue una embarcación de 22 metros de eslora y 7,2 de manga. Con un peso de cien toneladas, estaba propulsada por un motor diesel de 550 caballos de potencia que consumían un millar de litros de carburante por día de trabajo. Podía alcanzar una velocidad de crucero de 11,5 millas náuticas.

52 años en el mar

El desguace acaba con tres generaciones: Bartolomé Moranta, el antiguo patrón hasta hace dos años, dedicó toda su vida al mar en el que trabajó durante 52 años: "el oficio de pescador se ha ido complicando cada vez más para no ganar nada, porque la administración se cree que nosotros somos oficinistas", en referencia al control de capturas. Esta "presión" les ha hecho lanzar la toalla "porque no nos dejaban vivir y no quiero que mis hijos pasen más calamidades".

Hasta hace unos días iban embarcados como tripulación Antoni y Joan Moranta, Francisco Martínez y Antonio Aguilar. La baja definitiva de la nave, deja la actividad pesquera del Port de Sóller bajo mínimos y con sólo tres embarcaciones del bou en activo.