Tras meses de arduo trabajo, el mayor mural cerámico de Balears ya es una realidad. Situado en el muelle de puerto de Cala Rajada y visible desde casi toda la localidad, ya despide a los pescadores y turistas por mar, al tiempo que da la bienvenida al lugar desde el paseo. Así lo ideó hace más de un año su autor, el prestigioso artista Gustavo Peñalver (Cartagena, 1939), para quien estos músicos policromados representan "personajes grotescos en situaciones absurdas". Dieciséis metros de longitud con 1.700 piezas cuadradas de 20 por 20 centímetros, horneadas en la teulera de Can Benito de Campos y colocadas en su ubicación definitiva a lo largo de un mes.

Fieles a las figuras del pintor y escultor, afincado desde hace 20 años en la isla después de triunfar en Bélgica o Alemania, los personajes que reinan en Cala Rajada son parte de una serie de obras públicas que Gustavo tiene en mente (una escultura o un vitral para la iglesia), para una futura ruta de autor que atraiga tanto miradas locales como las turísticas. Según reconoce, la idea del gran mural le vino después de observar el elaborado por Joan Miró para la terminal B del aeropuerto de Barcelona, brillando con sus colores primarios tan característicos.

La obra, inaugurada oficialmente ayer tarde, pese a haber costado más de 30.000 euros, no ha contado con ninguna ayuda pública por expreso deseo de Gustavo, quien ha preferido que lo financien una serie de patrocinios privados "entre mallorquines y alemanes y para evitar problemas susceptibilidades".

Dos meses de pruebas

Sus músicos son alegres, coloristas y con un toque infantil, el que les anima y les transforma a lo largo de un espacio que, en principio está abierto a ser ampliado, siguiendo el espigón del puerto de Cala Rajada. De hecho Gustavo confirmó ayer que la entrada de nuevas empresas a última hora, ha hecho que ya tenga en mente la creación de otro mural de las mismas dimensiones, pero en este caso dedicado al mundo marítimo, en contraposición con el de los músicos, claramente terrestre.

Para saber cómo quedaría y vigilar el procedo de fabricación de las piezas, primero se imprimió todo el mural a color, en papel y a una escala 1:1. Después se probaron, ya sobre la base de barro, diversas mezclas de pigmentos traídas desde Manises (Valencia), hasta lograr el tono luminoso, exacto.

Dos meses de pruebas y errores que acabaron en abril y que sirvieron para que todo pudiera continuar sin sobresaltos sobre el terreno. Ayer, tanto el conseller de Turismo del Govern, Jaime Martínez, como el presidente de los hoteleros o el alcalde de Capdepera, Rafel Fernández, destacaron el buen trabajo y la sensibilidad del afamado creador.

Precisamente el consistorio gabellí ha sido quien, desde un principio, se encargó de tramitar todos los permisos necesarios con Ports de les Illes para poder hacer realidad el proyecto. La lluvia, que hizo acto de presencia intermitentemente, obligó a realizar parte del acto en la denominada cubierta de marinería.