Acercándose a la exactitud matemática, se encontró con la sinrazón humana. Tremenda contradicción. Le pasó en Calvià al prestigioso físico y astrónomo francés François Aragó en los primeros años del siglo diecinueve. Había elegido sa Mola de s´Esclop, en la finca de Galatzó, para profundizar en su investigación sobre el meridiano y la medida exacta del metro. Pero llegó el año 1808, estalló la Guerra de Independencia contra los franceses y las sospechas se cernieron sobre Aragó, al que la maledicencia popular empezó a ver como un espía. Así que al reputado científico no le quedó otra opción que salir por piernas. Vivió un periplo que no desentonaría en una novela de aventuras, donde no faltaron las evasiones y los problemas con los piratas. Tardó un año en regresar a Francia, donde culminó una gran carrera científica, además de involucrarse en política. Pasados más de 200 años de aquel episodio, un grupo de calvianers quiso esta semana enmendar la sinrazón que sufrió Aragó y subió a sa Mola de s´Esclop para homenajear la figura del científico y colocar una placa conmemorativa en recuerdo de su figura en los restos de la construcción que empleó para hacer sus estudios. El acto fue promovido por el área municipal de Cultura.