Con el frío de diciembre vuelven la matanza del cerdo, una tradición que desde hace ya 31 años condiciona también el calendario la Confraria de Tastavins de Manacor, fechada en 1982 y que cada año convoca a sus socios y amigos para compartir una mañana de domingo de trabajo, frit y muy buenos caldos.

Las labores matanceres comenzaron a las ocho de la mañana, cuando un porc negre mallorquín de 160 kilos entró por la puerta del patio del molino que lleva el mismo nombre de la cofradía, en el antiguo barrio de Fartàritx. De él salieron a lo largo del día hasta 50 kilos transformados en sobrasada de distintos tipos y volúmenes, más de 30 ristras de botifarrons y mucho saïm (manteca) "más del doble que la que pueda tener un cerdo cruzado", explican con orgullo. Antes, a media mañana hubo el tradicional parón para la típica merienda a base de frit de matances y de sang.

Formada actualmente por 24 cofrades, los Tastavins de Manacor compraron hace años el edificio como sede, uno de los muchos molinos harineros que diseñaron la imagen de Manacor del siglo XVIII. Para ser socio hay que contar con el aval y la recomendación de cinco miembros y hacerse cargo de la parte proporcional de la propiedad.