De buena mañana nadie presagiaba nada extraordinario de la reunión de las cinco y media de la tarde. Un encuentro pospuesto desde abril que parecía un trámite prenavideño para pose y foto antes que una revisión efectiva de los problemas del municipio. Pastor, medio en broma medio en serio, no creía pasar más de un cuarto de hora dentro del despacho presidencial. Pero lo que se temía no fue y Bauzá mostró su cara más amable tras veinte minutos de espera sobre el horario programado. Mirada preocupada, interpelaciones interesándose por los temas desglosados, tomando notas, dos móviles encima de la mesa y un tiempo escaso pero efectivo.

"Le he notado cambiado", comentaba Pastor al salir "muy receptivo a todos los problemas", en especial al que se refiere a la deuda que mantiene el Govern con la corporación local, de más de seis millones, según unos, y de algo más de dos, según otros. Bauzá le pidió que le entregara toda la documentación sobre cada punto a cobrar y él personalmente se encargaría de ver si cuadraban y qué podía hacer al respecto. Tanto fue así que si el otrora calificado de tránsfuga por el propio PP le llega a pedir la luna el presidente le habría contestado con una sonrisa.

Lo que Bauzá tiene claro es que le tocará pagar los más de 300.000 euros pendientes de la demolición del puente del Riuet (creado a partes iguales entre Consell, Govern y Ayuntamiento) y que también deberá hacerse cargo, tarde o temprano, de los 150.000 euros del equipamiento del auditorio comprometidos, ni más ni menos, que ante el número uno del revés tenístico. "Ha habido un cambio de talante, no puedo decir nada negativo de la reunión, ha entendido los problemas".