La protección de la franja arenosa conocida como playa dels Tamarells, en el Port de Pollença ha precisado de la colocación de 1.200 metros de pantallas eólicas. Estas pantallas han sido diseñadas y construidas expresamente para evitar que las tormentas de invierno desplacen la arena de esta playa artificial.

Instalar este sistema de conservación era uno de los nuevos requisitos que el Ayuntamiento de Pollença estableció en el pliego de condiciones de la nueva licitación de explotación de playas del municipio.

La asociación de vecinos del Port de Pollença optó a dicha licitación y se la adjudicó. Por esta razón la propia entidad vecinal se ha hecho cargo de la ejecución de las obras. La asociación ha hecho realidad el proyecto de pantallas con un coste de 13.300 euros.

Cargo

"Esta cantidad la ha pagado íntegramente la entidad concesionaria, como parte de las obligaciones contractuales de la explotación de las playas, además de la limpieza durante el invierno y el mantenimiento de las infraestructuras de la playa", agrega la regidora de Medio Ambiente, Maria Buades.

"Somos conscientes de que una playa artificial no es sostenible a lo largo del tiempo y por eso incluimos este requisito dentro de las condiciones administrativas que rigieron el concurso. La intención ha sido la de simular el funcionamiento de una playa natural para evitar perder el principal activo de la playa, el sedimento", explica el alcalde, Bartomeu Cifre. Las pantallas han aguantado bien las tormentas de la pasada semana,. Cabe destacar que en el Port de Pollença se han registrado vientos de 130 kilómetros hora. El prototipo, diseñado por el técnico de medio ambiente del Ayuntamiento Antoni March, en base a estudios de la UIB, se ha probado durante los tres últimos años, constatando que simula casi en un cien por cien el efecto de las dunas de las playas naturales.

Por cada metro de pantalla en la playa se recogen casi dos metros cúbicos de arena que de otra manera sería transportada al paseo situado detrás de la zona arenosa, y con el tiempo se iría eliminado de la playa.

Así, el efecto potencial de este proyecto es la contención de hasta 2.400 metros cúbicos de arena, volumen altamente considerable para esta playa.

Los días de fuerte embate de vientos de componente este, nordeste y norte, la arena se levanta de la playa y es depositada sobre el paseo Londres, hecho que también representa un problema de molestias para los vecinos que habitan en las viviendas de primera línea marítima.

Con la instalación de estas pantallas se reduce el efecto, "a pesar de que materialmente no se puede garantizar el confinamiento de la arena en la playa, puesto que es una zona muy dinámica", explica el técnico. En todo caso, sí que se "reducen los efectos negativos de la pérdida de arena -añade-, incluyendo la seguridad para las personas que transitan por el paseo".

Regeneración

La playa del Port de Pollença fue objeto de dos actuaciones de aportación de arena, la última en 1992, en una zona en la que históricamente la playa existente era de piedras y rocas, como la que hay en el barrio de Llenaire, situado un poco más al sur.

El problema de las playas artificiales es que no cuentan con una barrera vegetal en segunda línea que facilite la creación de dunas. Las combinación de dunas y vegetación hace que el aire pierda fuerza y se disipe en turbulencias, depositando la arena en lugar de llevársela. Al no contar con ese dispositivo natural, la playa artificial está expuesta a la acción del viento sin una protección adecuada para mantener el sedimento.

La arena de las playas de Balears está en un 80 por ciento formada de los restos de pequeños caparazones de animales marinos, de aquí su color y textura, y su valor, puesto que la producción de nueva arena es muy limitada.