En la planta baja del ayuntamiento de Calvià, está depositada la memoria urbanística del término. Una memoria extensa, casi saturada. El archivo municipal se presenta como una especie de disco duro gigantesco cargado hasta los topes de información, como lo demuestra el nivel constructivo que se desarrolló en el municipio a partir de los años del boom turístico, que modificó definitivamente su fisonomía.

En esa memoria, se rastrea cómo cambió el Calvià preturístico, cómo aparecieron las primeras viviendas unifamiliares y las urbanizaciones de nueva planta, que empiezan a planearse y surgir en los años treinta, pasando por planes parciales o el primer plan general, que data de los años setenta y que abrió definitivamente la puerta a la construcción. Especialmente, en la costa.

Esos recuerdos, plasmados en infinidad de expedientes, legajos, planos, son frágiles. El paso del tiempo hace de las suyas y su desgaste se evidencia. Además, es un material que está sometido a un alto trasiego de manos, ya que muchos arquitectos, promotores y propietarios recurren a él para solventar cualquier tipo de duda urbanística: una referencia catastral, lindes con otros terrenos, historial de dueños, superficies, cargas impositivas...

Para propiciar la mejor conservación de estos documentos y un acceso más fácil a su consulta, el ayuntamiento de Calvià, mediante un contrato de externalización con una empresa de Barcelona, ha iniciado el proceso para digitalizar buena parte de los expedientes urbanísticos que contiene el archivo.

La responsable del archivo municipal, Antònia Colomar, explica que en una primera fase se escanearán los documentos que van desde los años treinta hasta la década de los setenta. En total, unos 3.500 expedientes.

La fecha de inicio de los años treinta se eligió, porque antes de esa época no había expedientes reglamentados propiamente dichos. "Antes sólo se hacía una especie de croquis, de dibujo", apunta Colomar, quien destaca la importancia de la labor de digitalización.

Fragilidad de los expedientes

"Los expedientes son muy frágiles y estaban muy deteriorados. Esto permitirá una mejor conservación y así no hará falta que cada vez que venga alguien se tenga nque sacar para consultar", agrega. Buceando en el archivo, uno puede rememorar cómo fue surgiendo el Calvià con múltiples polos residenciales de hoy en día (cerca de una veintena de núcleos). En el siglo diecinueve había una estructura de grandes possessions, la mayoría de ellas concentradas en los alrededores de los dos núcleos tradicionales que existían en aquel entonces, Calvià vila y es Capdellà (con las excepciones de las grandes fincas de Santa Ponça, Bendinat o sa Porrassa), como explica el historiador Xavier Terrasa, autor de la obra Un viatge històric per Calvià, ganador de un premio Rei en Jaume de investigación.

Calvià vila y es Capdellà

Los orígenes de Calvià vila se remontan a la época inmediatamente posterior a la Conquesta del Rei Jaume I, y las primeras casas datan del siglo trece, aunque ya no se conservan restos arquitectónicos, detalla Terrasa.

Las primeras referencias toponímicas de es Capdellà, mientras tanto, datan del siglo diecisiete y está documentado que en el año 1699 ya vivían 27 familias en ese pueblo. La coexistencia de aquellos dos núcleos, por cierto, no estaba exenta de fricciones por aquellos tiempos. A mediados de los años 20, el Consistorio calvianer frustró el intento de es Capdellà de convertirse en municipio independiente.

Esa época empezó a marcar un punto de inflexión en la fisonomía urbana del municipio. Como aparece recogido en la obra colectiva Guia dels pobles de Mallorca, es en esos años cuando empieza una aún muy incipiente actividad turística y de servicios, alentada por el retorno de emigrantes calvianers deseosos de abrirse paso con nuevas aventuras económicas y alentada por la cercanía con Palma, que aprovechaban familias acomodadas de la ciudad para buscar un lugar tranquilo para pasar las vacaciones cerca del litoral. La memoria del archivo recuerda cómo en aquellos años (década de los treinta) aparecen los primeros chalets y los primeros alojamientos turísticos.

El cambio estaba en marcha. El Calvià de hoy en día se empezó a gestar en aquel tiempo. Los primeros proyectos de urbanización empezaron a llegar al Ayuntamiento. Y lo hacían sin instrumentos de ordenación como los planes generales. El primero de ellos no llegaría hasta 1972 y no fue precisamente lo que se dice conservacionista.

En el archivo municipal, se repiten con frecuencia en los expedientes nombres como el de Antoni Parietti, quien estuvo detrás de procesos urbanizadores como el acontecido en Santa Ponça, el principal núcleo calvianer en cuanto a población de hoy en día. O nombres como el del arquitecto Josep Goday, quien estuvo relacionado con el primer proyecto urbanizador en Palmanova, una zona que se iba a llamar Son Caliu, en alusión al cigarrillo (caliu) que se fumaban allí los viajeros en un descanso de su viaje a Calvià. El nombre, sin embargo, no le pareció especialmente atractivo a los promotores, que lo cambiaron por el de Palmanova.

Fue a partir de las décadas de los 60 y 70, cuando la construcción adquirió velocidad de crucero en Calvià.

La digitalización de los archivos llegará hasta los setenta. A partir de ahí, la memoria municipal urbanística, que se multiplica por aquellos años, seguirá estando de momento en papel.