El alcohol suele ser un mal consejero. Sobre todo, si uno bebe en cantidades industriales y se cree más fuerte, más rápido y más alto de lo que realmente es. Pasada la euforia vigorizante, se produce el batacazo con la realidad. La lección la aprendieron este verano un grupo de turistas británicos. Estaban en la playa de Magaluf, y el vigor etílico les l levó a plantearse un reto: llegar a nado a la isla de la Porrassa. Allá que se fueron, émulos del hombre récord de la natación, Michael Phelps. Entre chapoteos y bufidos, dejaron la costa atrás. Tan atrás la dejaron que un amigo empezó a preocuparse y acabó llamando a la Policía Local: no veía a sus colegas por ningún lado. Dos agentes intervinieron y, con la ayuda de la barca del concesionario de la playa, partieron en su búsqueda en dirección al islote. A uno lo encontraron en unas rocas de la Porrassa, con hipotermia y quemaduras por el sol. El otro turista desaparecido se encontraba a 100 metros de la pequeña isla, también en condiciones preocupantes. Ambos fueron trasladados al hospital y, tras el susto, hubo un final feliz. Un desenlace en el que tuvieron mucho que ver los dos policías que intervinieron -Alberto G. M. y Amable S. R.-, motivo por el que la corporación municipal les ha felicitado oficialmente.

Una palmera despierta asombro en Andratx

En los jardines de la sede consistorial del Castell de Son Mas, los visitantes se quedan absortos mirando cómo ha quedado una de las palmeras podadas para evitar la acción del picudo rojo, según explica el corresponsal de este diario Lorenzo Gutiérrez. Podría funcionar como uno de esos juegos en los que los psicólogos invitan al paciente a interpretar una imagen indefinida estableciendo, en función de la respuesta, se un diagnóstico u otro. En este caso, los hay que, viéndola de cerca, observan una especie de seta de dibujos animados, mientras que otros bromean con el jardinero municipal preguntándole si "tiene algún complejo”.