A Alfredo Barón le gusta bromear presentándose como nacido en la Pobla de Segur, un pueblo que, dice, ha dado "grandes figuras" como el exministro Josep Borrell y el central del FC Barcelona Carles Puyol. Barón es uno de los grandes expertos en agua en Balears y así lo reconoció recientemente con un premio el Grupo Español de la Asociación Internacional de Hidrogeólogos.

-Los acuíferos son vitales para Balears. Los expertos hablan de que cubren hasta un 80% de la demanda. Ya sea para abastecimiento urbano, agrícola o industrial.

-Hay que diferenciar. En el caso de Palma, en el abastecimiento se ha incrementado el peso de la desalación. En la part forana, la mayoría procede de aguas subterráneas. Y no tenemos que olvidar que hasta que llegaron los embalses, en la década de los setenta, el abastecimiento se basaba sólo en aguas subterráneas.

-¿Cuántos acuíferos hay?

-Hablando de masas de agua subterránea, se puede hablar de unas 90.

-¿Todos están explotados por igual?

-Depende. Los de la Sierra de Tramuntana, salvo los casos de s´Estremera y determinadas zonas de Pollença, tienen poca explotación. En cambio, en zonas como sa Pobla, la Bahía de Alcúdia o Campos están muy explotados. Influye el uso agrícola y el peso urbanístico y turístico. También el del Llano de Palma está muy explotado.

-¿Tenemos acuíferos para rato o nos tenemos que empezar a preocupar?

-Acuíferos como los que he mencionado antes estaban catalogados como unidades clasificadas en el plan hidrológico de 2001. Esto quiere decir que estaban en riesgo de sobreexplotación, salinizadas o en riesgo de salinización. Después, se hizo una subdivisión, que distingue entre masas en buen estado, en riesgo, prórrogables y excepcionales.

-La sobreexplotación puede conducir a...

-A la inutilización del acuífero por exceso de salinización.

-Ahora da la sensación de que andamos sobrados de agua. Pero no ha sido siempre así. Usted ha sido testigo de la llegada de las plantas desaladoras y de aquella operación para traer agua en barcos desde la península. ¿Estamos a salvo de la sequía?

-No, no lo estamos. Está claro que llevamos años muy buenos en pluviometría. Dos años excepcionalmente lluviosos, entre 2008 y 2010. Pero hace falta una previsión a largo plazo. En estos momentos, estamos sacando el agua en el peor momento posible y en el peor sitio posible.

-Explíqueme esta frase.

-Forzamos la extracción en verano y lo hacemos en zonas costeras, donde el riesgo de salinización es mayor.

-...

-Para atenuar el daño que se han hecho a los acuíferos, se han construido plantas desaladoras.

-Unas plantas que, en algunos casos, están bajo mínimos.

-Sí, algunas no están en funcionamiento, porque la desalación es cara. Además, las lluvias, como he dicho, han ido muy bien. La cuestión es que si nos mantenemos en este nivel de consumo podemos aguantar bien. Pero se está planteando seguir creciendo. En ese caso, habría que afrontarlo con ahorro de agua a todos los niveles. Doméstico, agrícola, industrial... Yo no he sido contrario nunca a las desaladoras para solucionar problemas, pero no como base de la política hidrológica.

-Le recordaba antes aquella operación para traer agua en barcos en la década de los noventa ante la falta de recursos hídricos. Usted ya trabajaba en la Conselleria. ¿Qué pensó cuando se enteró de esa iniciativa?

-Aluciné.

-Siga, siga.

-Recuerdo que un director general de Obras Públicas me preguntó: "Alfredo, ¿tú qué opinas?". Le dije que se podía solucionar de otras maneras. Fue entonces cuando ese director me hizo la propuesta de pagar a los agricultores de la zona de Muro la diferencia de lo que dejarían de ganar por cultivar cereales en vez de otro cultivo que necesitase más agua, hasta que estuviese la desaladora. Era más económico que traer agua. Preparamos un borrador de acuerdo.

-Y, al final, nada.

-Acabó siendo una decisión política. Venía un barco cada tres días con 60.000 metros cúbicos. El contrato era de tres años, y no se llegó a cumplir.

-¿En su carrera profesional no le han presionado nunca para encontrar aguas termales? Serían un filón turístico tremendo.

-La verdad es que nunca me lo han planteado. Alguna vez hicimos un trabajo sobre aguas termales. Hay casos en la zona de Llucmajor, donde alguna vez se planteó incluso un balneario. Entre Llucmajor y Campos, se encuentran también pozos con agua caliente. Sucede que estos pozos son un problema para los propietarios. Se ven obligados a dejarla enfriar para utilizarla.

-¿Trasvases como el de sa Costera serán la norma en un futuro?

-En el mundo de la electricidad, existe el mallado de la red. Ese sistema garantiza que, si te falla un punto, tienes otro para cubrir esa carencia. Aquí habría que hacerlo. En Mallorca, se planteaba conectar la arteria Palma-Alcúdia a través de dos desaladoras. Se puede plantear una desaladora en Levante, en la zona de Santanyí y Campos, que está muy mal de agua, y aprovechar para interconectar todo el sistema.

-Ahora que habla de pueblos y calidad del agua, ¿dónde se bebe la mejor agua?

-En cualquier pueblo de la Serra de Tramuntana. También los pozos de s´Estremera que abastecen a Palma tienen agua de buena calidad.

-¿Y los pueblos con agua de peor calidad?

-Está el caso de Santanyí, por un problema de salinización. O de Manacor, por un problema de nitratos.

-Cuando uno viaja por la península no resulta extraño que la gente beba del grifo. Aquí no se estila mucho, por no decir nada. ¿Por qué?

-Pues yo bebo agua del grifo.

-Con filtro, claro.

-No, no. Se puede beber del grifo. Pero se trata de dejar el agua en una jarra de cristal durante tres, cuatro horas, y dejas que el cloro se vaya. Está claro que no es un agua agradable. En Balears, los terrenos están carbonatados. Las aguas tienen mucho carbonato, y eso hace que sean más duras y da un sabor, un paladar distinto al que pueda tener en la península.

-Se habla mucho de proyectos urbanísticos en antiguas zonas húmedas. Ahí está el caso actual de ses Fontanelles o el de la Marina de Magaluf. ¿Son seguros desde el punto de vista geológico?

-Sí, son seguros.

-...

-Tradicionalmente, esas zonas húmedas se consideraban como zonas insalubres que había que desecar. De hecho, en España, siempre ha habido incentivos para la desecación. Le pongo un ejemplo. Después de la Guerra de Independencia, se estableció un premio patriótico: a los heridos en guerra que desecaran una zona húmeda se les daba en propiedad. Después vino la Ley Cambó, por la cual el Estado subvencionaba la desecación. Aquí la mayor desecación realizada fue la de la albufera de Alcúdia, a finales del siglo XIX.

-La de la Marina de Magaluf tampoco fue una anécdota. En época socialista, se proyectó un megaproyecto urbanístico, aunque después quedó en nada.

-Ese proyecto era una salvajada. Significaba abrir una entrada y excavar en sa Porrassa un puerto deportivo. Además, el proyecto inicial contemplaba una conexión entre el puerto y Santa Ponça a través de un canal navegable, un punto que después se eliminó. La primera vez que vi el proyecto se me pusieron los ojos como platos, y dije: "Esto va a costar mucho". Y así lo constaté en uno de los informes técnicos que hice. ¡Había que excavar unas 50 hectáreas, con 2,5 metros de espesor! Y después llevarse todo aquello en camiones...

-El Govern ha sacado adelante un nuevo plan hidrológico durante esta legislatura. Usted ha colaborado en la redacción de anteriores planes. ¿Qué lectura hace?

-Para que se haga una idea, en conferencias recientes he hablado de la "desplanificación hidrológica" de Balears.

-¿Qué le lleva a afirmar esto?

-El plan permite extraer más agua de los acuíferos, cuando estos ya están al límite. Se permite extraer más agua de zonas costeras, donde existe un mayor riesgo de salinización. Teníamos zonas de humedal potencial, que eran zonas de agricultura abandonadas que se pueden recuperar. Ahora se eliminan, porque así se pueden hacer ubanizables. Eso por no hablar de que se desprotegen los acuíferos frente a vertidos puntuales. En planes anteriores se estipulaba que gasolineras con depósitos enterrados deben ir controlando que no han tenido fugas en acuíferos. Si se daban fugas, la compañía debía comunicarlo a la administración y, mientras, encargarse de las labores de descontaminación. Ahora, en cambio, cuando la administración constate la contaminación deberá comunicárselo a Industria, por lo que el proceso se alarga. Es como mirar hacia otro lado

Experto EN aguas subterráneas, ha trabajado 45 años en el área de recursos hídricos.