El 31 de octubre de 2000, el último pase de la película británica Oriente es oriente fundía en negro 43 años de celuloide (abrió el 6 de diciembre de 1957, con un programa doble que incluía las películas ¡Huk!: Grito de la muerte y Fuego verde), de cine sin digitalizar, de historias de un hospicio y hospital que se pasó al séptimo arte y que pudo acabar siendo una mezquita. Unos arcos del siglo XVIII, que aguantaron hasta pasada la guerra civil y que hoy están en venta. La propiedad del antiguo Cine Goya ha ofrecido de nuevo el edificio al ayuntamiento de Manacor: "Antes de alquilarlo o vendérselo a cualquier otro, preferimos que sea un inmueble municipal", explica su copropietaria Margalida Fons.

Una tarde de fútbol de hace trece años, Rafel Muntaner, uno de los socios que explotaban el Goya en alquiler, decidió que hasta ahí habían llegado: "Para nosotros no era un negocio, empatábamos y con eso nos bastaba, pero hubo cosas contra las que no pudimos competir", recuerda. Hacía unos meses que habían cambiado la pantalla y mejorado el equipo de sonido. Casi los mismos meses que a las afueras de la ciudad se habían abiertos los Multicines Manacor: "Las distribuidoras nos prometieron una película de estreno diferente a las que les suministraran a ellos, pero las promesas no se cumplieron".

Cerró para no volver y desde entonces sus 400 butacas acumulan polvo. No hay máquina de palomitas en el bar, ni carteles en las marquesinas, el falso techo de una de las escaleras se ha venido parcialmente abajo y hay unas cuantas goteras. Poca cosa para más de una década a oscuras. "El resto está intacto" comenta Fons, quien estudia cuál será el precio de venta.

Los intentos para reabrir

Poco después de echar el cierre, la entonces alcaldesa de PP, Catalina Sureda, estuvo a un paso de finiquitar la compra conjunta con la de un edificio aledaño, pero un conocido especulador local lo impidió en el último minuto. Pocos años más tarde, la comunidad musulmana de Manacor hizo una oferta para quedárselo y adoptarlo como nueva mezquita, pero el temor del antiguo propietario hizo que el Goya esquivara de nuevo la reapertura.

"Lo idóneo sería transformarlo en un espacio de ocio y cultura donde organizar exposiciones, para que los centros escolares pudieran representar sus funciones de teatro, para conferencias o actos de la tercera edad... incluso como espacio complementario a la Institució Antoni Maria Alcover [situada en la misma calle]" se queja Fons.