Según se circula por la carretera que va de Manacor a Porto Cristo, un déjà vu altera levemente la memoria en la parte derecha del kilómetro tres. Seis años más tarde de su destrucción parcial, Manacor ha recuperado una de sus estampas rurales más características. El Molí den Sopa ha recuperado sus seis aspas de madera entrelazada en parrilla. El fiel recuerdo de lo que un día pobló el cielo de la ciudad, cuando la harina era cuestión de viento.

Mediante un convenio firmado en 2009 entre el Consell de Mallorca y el actual propietario, Joan Duran, el Molí den Sopa se convertirá (cuando finalicen todas las obras de rehabilitación en octubre) en el único molino harinero de viento en funcionamiento de la isla. A partir de ahí está previsto que se establezca un régimen de visitas gratuitas para todos aquellos a quienes les interese conocer cómo funcionaban estos gigantes.

Técnicos y artesanos de la administración insular comprobaron ya en verano de 2009 el estado de la estructura y la maquinaria del conjunto, seriamente dañada cuando en febrero de 2007 un rayo incendió la cubierta y el interior de la torre. La idea era recuperarlo tal y como era en sus orígenes, de tal forma que pueda moler grano de nuevo.

Se cree que el molino pudo ser construido a mediados del siglo XVII, época en que se documenta el primer Sopa de Manacor, Salvador Pastor, cuya estirpe se dedicó al oficio durante todo la centuria del XVIII. Unos meses antes de que se construyera un restaurante en sus inmediaciones, en 1963, se restauró por última vez el conjunto. En los setenta dejó de funcionar.

El molino, de casi diez metros de altura, se divide en una vivienda rectangular que sirve de base a una torre de sección circular, realizada con piedra local recubierta de mortero de cal. Disponía de seis aspas de graella con velas -de los que tan sólo hay referentes en Malta-, tres pisos interiores y un mecanismo de trasformación de la energía en la zona inferior, algo extraño en la tipología mallorquina.

Según los informes del Consell, la restauración podría costar algo más de 100.000 euros. Patrimonio Histórico Industrial se está haciendo cargo de toda la mano de obra artesanal de albañiles, carpinteros y herreros mientras que la propiedad paga los materiales y las infraestructuras necesarias para encajar el mecanismo.

Pasado ventoso

El municipio de Manacor todavía conserva algo más de una veintena de molinos harineros de viento, todos en desuso. En los años veinte del siglo pasado, el establecimiento de harineras en la ciudad pareció extinguir la vida dura a merced de los elementos. Algunos lustros más tarde, en los años de la posguerra, las necesidades relanzaron su utilización. De hecho el último inquilino del Molí den Sopa fue Jaume Melis Domenge en los setenta. En Manacor llegó a haber 53 molinos harineros (la mayoría en el barrio de Fartàritx) y uno de agua agrupados en un gremio de molineros. Según su trabajo, cotizaban por un año, seis y tres meses.