El sello nació en Gran Bretaña en 1840 para evitar fraudes y pérdidas de dinero al sistema estatal de correos. Antes de eso, el envío de las cartas era pagado por quien las recibía en el momento de entrega. Algunos receptores, o bien porque no querían saber nada del remitente o bien porque ya habían establecido con él un código de marcas y mensajes clave en el sobre, no necesitaban ni abrir la carta, la rechazaban y no pagaban su transporte. En España los primeros se estamparon en 1850. Ahora Correos incluso ofrece la posibilidad a todo el mundo de crear su propio sello con la imagen elegida.