El director técnico de Marineland Mallorca, José Luis Barbero Hernández, especialista en mamíferos marinos, entró en contacto con la delfinoterapia en Florida (Estados Unidos). Allí, asegura, se quedó "impresionado" con la evolución que conseguían los niños con discapacidad en contacto con estos mamíferos.

Ya en España, desarrolló un proyecto pionero, primero en Alicante, donde no lo llegó a completar, y después en Tenerife, donde se han atendido a 3.750 menores con discapacidad en los últimos 20 años.

Barbero se encuentra en estos momentos trabajando en la implantación de un programa de delfinoterapia en Marineland Mallorca, si bien remarca que estos mamíferos "no tienen una varita mágica" para acabar con las enfermedades.

-¿Qué aportan los delfines a un niño con discapacidad?

-Les aporta estimulación emocional. Luego, una vez rodados, les pueden dar tranquilidad, estabilidad. Se trabajan campos como en cualquier otro tipo de terapia. No hay que olvidar que hay terapias también con caballos, perros...

-¿El niño necesita una preparación previa?

-La delfinoterapia es aplicable a cualquier tipo de discapacidad, pero tenemos que comprobar que el niño no tenga problemas para meterse en el agua y que no tenga miedo a los delfines. Tampoco es conveniente para niños con connotaciones agresivas.

-¿Y los delfines?, ¿cualquiera de ellos es válido para participar en estas sesiones?

-Deben reunir características especiales. Tienen que ser muy tranquilos. No deben sentir nervisosismo cuando interactúan con un ser humano. Los animales jóvenes son más nerviosos. A esta edad, tienen ciclos de actividad sexual muy marcados.

-¿Recuerda algún caso de mejora especialmente significativa de todos los que ha tratado usted en los últimos años?

-El mayor enemigo de la delfinoterapia es la prensa.

-¿Perdón?

-Prefiero no hablar de casos concretos, porque ha habido periodistas que han hecho titulares estilo "Los delfines curan el autismo". Y no es así. Hay que tener cuidado, porque ese tipo de informaciones hacen despertar esperanzas entre los padres. Unas esperanzas que después se pueden frustrar. Nos vienen muchos padres buscando la piedra filosofal.

-Y los delfines carecen de varita mágica.

-Así es. No estamos hablando de un milagro. Los delfines aportan una terapia complementaria y no tienen la piedra filosofal. Lo que pasa es que el delfín ha sido siempre un animal muy mitificado y hay gente que hace circular la idea de que tiene poderes mágicos. A eso ayuda que son muy sociables, muy sensibles.

-Es verdad que es un animal que le cae bien a todo el mundo.

-Claro, y lo que pasa es que hay padres que piensan que estar al lado del sónar de los delfines puede ayudar a sus hijos. Pero no piensan en que los murciélagos también lo tienen, ¡pero nadie quiere tenerlos al lado, porque son muy feos!

-...

-Hay que pensar en que los delfines aportan una estimulación emocional, como he dicho antes. Pueden generar este tipo de beneficios, pero ellos no son el remedio por sí solos. Le pongo un ejemplo. Un niño autista con problemas de concentración que participa en una sesión de delfinoterapia. Por norma, siempre grabamos esas sesiones. Pues bien, después, los padres pueden aprovechar en sus casas esas grabaciones, para ponérselas al niño mientras come o cena y que éste recuerde un momento agradable y pueda estar más tranquilo.

-¿Hay muchos especialistas en delfinoterapia en España?

-No. Es muy sacrificado. Requiere mucho esfuerzo por parte de los técnicos. Eso sin olvidar que hay que tener mucha sensibilidad para trabajar con colectivos de discapacitados. Mi objetivo aquí es despertar esa sensibilidad en mi equipo.

-¿Cuándo podrá empezar a aplicarse en este delfinario?

-Creo que en uno o dos años puede aplicarse. Hay que trabajar en coordinación también con asociaciones de personas con discapacidad. Queremos que los delfines no sean sólo para exhibirlos, sino también para aprovechar su utilidad social.

-Los delfines necesitan también altas dosis de terapia. Las amenazas les vienen de todos lados.

-Amenazas como la pesca indiscriminada que les deja sin alimentos. O la contaminación. Hay que concienciar a la gente para preservarlos.