Los mallorquines no han tenido siempre la fama de pacíficos que ostentan hoy. Hubo un tiempo, hace ahora unos 400 años, en que la isla era un territorio inhóspito en el que campaban a sus anchas los fugitivos de la justicia, los matones y diferentes bandos sociales que luchaban entre ellos en una larga guerra civil motivada por conceptos tan abstractos como el honor y alimentada por la venganza eterna que provocaban los constantes asesinatos en uno y otro bando. Eran los Canamunt y los Canavall, las dos facciones que dividieron a la sociedad mallorquina del siglo XVII, herederas del enfrentamiento que ya mantenían en el siglo anterior los Torrelles y los Puigdorfiles, que a su vez podría haber germinado en los primeros años de la Conquista de Jaume I.

Los dos bandos se originaron a finales del siglo XVI en Ciutat de Mallorca a partir de los diferentes intereses que mantenían diversas castas aristocráticas, aunque gente de todas las clases sociales formaban parte de las dos facciones enfrentadas a muerte. Canamunt y Canavall debían el nombre a la situación geográfica de la ciudad en la que se ubicaban las familias más destacadas de cada bando: los de arriba y los de abajo. Lo que en un principio parecía una lucha circunscrita al ámbito urbano, con conocidos espisodios como el asesinato en Palma del juez Berga (que motivó la frase, aún hoy usada, ´què en som jo, de la mort den Berga´) se reprodujo en toda la isla, con importantes ramificaciones en la Part forana, metida de lleno en la guerra civil que desangró Mallorca.

Aspectos desconocidos de las luchas encarnizadas entre Canamunt y Canavall en la Part forana, y especialmente en la villa de Pollença, salen ahora a la luz gracias al trabajo de dos historiadores, Pere Salas y Antoni Domingo, que desde hace catorce años investigan archivos y recopilan noticias de la época para trazar un retrato fidedigno de la isla en aquellos tiempos de extrema violencia. ´Els homes infames. Parcialitats i guerra privada a la Mallorca del sis-cents´ es el título de una obra que ayuda a entender el fenómeno y a replantear algunos de los mitos que habían imperado hasta ahora en relación a este periodo de nuestra historia. El libro, editado por El Gall Editor, será presentado mañana en el Centre Cultural Guillem Cifre de Colonya de Pollença, a partir de las 20 horas, acto que se complementará con representaciones teatrales que recrearán en la calle los episodios narrados en el libro.

Los autores profundizan en la microhistoria para, a partir del estudio exhaustivo de casos concretos, intentar responder a cuestiones más generales, como la necesidad de comprender el por qué de la violencia extrema que golpeó a Mallorca, y a la sociedad europea en general, a lo largo del siglo XVII. "Se trata de un estudio sobre la evolución de la violencia histórica", explica Pere Salas. "Antes de que el Estado fuese omnipresente, la sociedad se clasificaba en grupos, algunos de ellos mafiosos, que utilizaban la violencia para defender su honor o ideas; todo se arreglaba con violencia, y la gente necesitaba crear redes de confianza para sentirse más segura", apunta el historiador para explicar parte del fenómeno.

Guerra en la Part forana

Los autores desmontan una de las interpretaciones clásicas de la lucha entre Canamunt y Canavall y su relación con la Part forana. "Hasta ahora se había sostenido que se trataba de dos grupos de la nobleza de Palma que rivalizaban entre ellos y usaban a la gente de la Part Forana para sus intereses, como simples sicarios, pero no fue así", sostiene el coautor.

Sales y Domingo defienden que las luchas entre Canamunt y Canavall en la Mallorca interior tuvieron una dinámica propia que respondía a factores endógenos. Igualmente, critican la visión que la historiografía tradicional mallorquina contempla con respecto a aquellos hechos, como si fueran "una anécdota provocada por la mala cabeza de unos pocos" y movimientos sin factores ideológicos, políticos ni sociales. "Estos planteamientos no pueden mantenerse", apuntan los autores, que lamentan la desaparición calculada de "capítulos enteros de la historia" sólo para presentar una "sociedad ilídica sin conflictos sociales ni políticos". "Hoy en día, no hay duda de que el fenómeno del bandolerismo mallorquín del barroco no puede despacharse con cuatro anécdotas, sino que es coherente con el de su entorno y estaba plenamente relacionado con él", sostienen.

El caso de Pollença es el más analizado en la nueva publicación. En la localidad del Nord se produjeron muchos incidentes entre partidarios de uno y otro bando, que "tenían visiones diferentes de la sociedad". Allí, la gente con más recursos se alineó con Canavall, mientras que las clases más bajas se concentraron alrededor de Canamunt, pero "no se trataba de una lucha de clases", aclara Pere Salas.

El libro explica, con detalles inéditos y una gran riqueza gráfica, algunos de los episodios más violentos de la Pollença del siglo XVII, como el caso de la violación de las ´Calatxes´, un crimen que "marcó toda una época" en el municipio. Ocurrió el 8 de diciembre de 1644, cuando varios miembros de Canavall, facción que en aquella época era hegemónica en la localidad, entraron por la fuerza en la vivienda de una viuda y sus dos hijas, sospechosas de formar parte de Canamunt, violando a una de ellas con total impunidad y sin castigo social.

Años antes, en 1619, se había producido la emboscada contra la famosa Colla de Selva en el Grau de Lluc, bautizado después de este episodio como el Coll de sa Batalla, topónimo que perdura en nuestros días. Los miembros de la ´colla´, entre ellos cinco ´pollencins´, fueron detenidos tras un enfrentamiento. Pertenecían a la facción de Canamunt, enemistada a muerte con Canavall, que en aquel momento tenía el apoyo de la Corte y "controlaba los resortes del poder político", según explica Salas. Los autores creen que la facción de Canamunt, después del asesinato en 1615 de Arnau de Santacília, uno de sus líderes, ayudó a crear la Colla de Selva para contraatacar y mantener su poder.

Los episodios violentos en toda la isla, y también en Pollença, fueron numerosos a lo largo del siglo XVII. Se produjeron persecuciones, batallas campales y emboscadas que, entre los años 1601 y 1670, se cobraron sólo en Pollença más de 130 vidas humanas, entre asesinatos y ejecuciones. Algunos años, como el 1662, fueron especialmente duros, con nueve muertes violentas.

En todos los casos, la violencia tuvo un aliado imprescindible: las armas de fuego. Los autores de ´Els homes infames´ sostienen que la irrupción de armas modernas y más pequeñas es fundamental para explicar el fenómeno. La gran novedad es que se trata de armas asequibles. A partir de 1666, la violencia se detuvo en seco, después de un periodo especialmente duro. "El punto de inflexión fue la represión del Virrey, que militarizó todo el Reino, aunque la nobleza y la clase acomodada, y también la Iglesia, lo buscaban desde hacía años", explica Sales. Entonces, muchos de los fugitivos y bandoleros engrosaron las filas del Ejército.