Desde que cerrara definitivamente sus puertas en la década de los ochenta, pocas han sido las alternativas para intentar revivir el histórico Celler Cooperatiu de Felanitx (más conocido como es Sindicat). Viables o no, todas se han perdido entre la burocracia y el necesario poder económico que entraña un proyecto de esta envergadura. Y en estas, entre el desánimo, es cuando un arquitecto de la Escola Tècnica Superior d´Arquitectura de Barcelona, Guillem Pons Ros, elige el peculiar edificio de reminiscencias modernistas, como proyecto de final de carrera. Rehabilitar el espacio para un nuevo (y sorprendente) uso: el multirreligioso. Dos salas de culto mixto con capillas para liturgias específicas, un aulario de nueva planta alrededor de un claustro, una hospedería y una biblioteca y comedor en la parte más elevada.

"El interior es sin duda la parte más emblemática del edificio, con las dos grandes naves de fermentación construidas por medio de unos singulares pórticos de hormigón armado, y otras dos laterales de arcos de medio punto con una central de arco ojival", analiza Pons a modo de explicación, aportando además numerosos alzados, simulaciones virtuales y fotografías. "El espacio interior está ocupado por 48 grandes depósitos de obra de seis metros de altura, de forma cilíndrica. La penumbra, la fuerte presencia de estos gigantes y el silencio que lo envuelve, convierten a este espacio en un lugar sobrecogedor; en un lugar espiritual".

La intervención constructiva consistiría en la recuperación y reparación de las cubiertas existentes. En el espacio interior, placas de madera laminada servirían para construir las plataformas de congregación y diversas celdas habitacionales de la hospedería.

La tipología del edificio propuesta, sin ningún o escasos precedentes, "se basa en la revisión del modelo monacal de cartujas y monasterios", señala el joven arquitecto. "Estos modelos de edificios antiguos, se puede decir que poseen una estructura profundamente actual debido a su programa de mezcla de usos, que los convierte en el paradigma contemporáneo de edificio ´híbrido".

La visión actual del inmueble es incluso más pacífica si cabe. Lo que sirvió para la fabricación, almacenaje y venta de vino es ahora un gran ´muerto´ patrimonial, declarado hace años Bien de Interés Cultural (BIC) y cuyas alternativas pasan inevitablemente por un cambio de usos precedido por un interés general.

Es Sindicat, construido entre 1920 y 1922 siguiendo los planos del arquitecto Guillem Forteza, está situado en el lado oeste de la ciudad a los pies del Puig de sa Mola. Consta de 6.500 metros cuadrados construidos sobre un solar de 22.000 y actualmente su valor en el mercado se situa alrededor de los 6 millones de euros. Dependiendo del uso, reformarlo costaría entre 6 y 7 millones más.

La transformación de la bodega se definiría a través de una estructura de recintos, patios y corredores estrechamente relacionada con la estructura actual, "con calles interiores generando un nuevo tejido autónomo respecto a la ciudad. Actualmente nos encontramos en un contexto de mezcla de culturas que no hace más que evidenciar una realidad plural", subraya Pons, cuya reforma ha sido destacada como ´proyecto del mes´ en la página hicarquitectura.com.