La teniente de alcaldesa, Carme Garcies, declara: "Primero y ante todo mi más absoluto respeto y consideración ante las creencias religiosas de todas las personas. No ha sido mi intención ofender a nadie sino todo lo contrario; evitar que nadie pueda sentirse ofendido en el interior del cementerio que es de todos". Garcies, que se declara no creyente, afirma que "ello no implica que no sienta el máximo respeto por las personas que lo son". Garcies sostiene que la retirada de los símbolos católicos y la reconversión de la capilla en sala de velatorio "obedece principalmente a la necesidad de tener espacio. Muchos días tenemos cuatro y cinco difuntos y sólo contamos con dos salas para destinarlas a velatorio". Según ha podido saber este diario, en repetidas ocasiones la empresa de pompas fúnebres ha tenido que derivar usuarios al tanatorio de Inca.