­El juzgado ha admitido a trámite la denuncia que presentó el colectivo Albaïna tras descubrir la instalación de una cámara espía que estaba colocada en el aparcamiento de los Estiradors en el interior de una caja de conexiones eléctricas. La cámara, colocada por el Ayuntamiento, tenía como finalidad descubrir quiénes eran las personas que se dedicaban a sabotear los parquímetros de la ORA.

La admisión a trámite fue confirmada ayer por el portavoz del colectivo, Marc Carriquí, que explicó que representantes de Albaïna acudieron a los juzgados de Palma para informarse del estado de la demanda que presentaron a principios de septiembre. Carriquí aseveró que "el juzgado ha admitido a trámite la denuncia y la próxima semana pasará a manos del juez".

Ampliación de la denuncia

La denuncia por la instalación de la cámara que formuló Albaïna ante el juzgado de guardia ha sido ampliada en dos ocasiones, a medida que los hechos se han ido sucediendo y los miembros del equipo de gobierno municipal han ido asumiendo que fueron ellos quienes dieron la orden de colocar el aparato oculto para espiar. La última ampliación de la denuncia es contra el concejal de Gobernación, Gabriel Darder (PP), después de que éste reconociera en el pleno que dio orden para su instalación.

Previamente, Albaïna hizo una primera ampliación de la demanda cuando el alcalde Carlos Simarro (PP) se había atribuido la misma orden.

Aparte de la denuncia que se tramita por la vía judicial, el colectivo ciudadano cursó otra demanda ante la Agencia Española de Protección de Datos. Marc Carriquí informó de que este organismo público también está tramitando su denuncia por, supuestamente, haber vulnerado el derecho de la intimidad de las personas que podrían haber sido grabadas con la cámara espía.

Una "chapuza"

La cámara espía tuvo poca utilidad para el Ayuntamiento solleric, porque las grabaciones que realizó fueron de tan baja calidad que no ha servido para identificar a las personas que realizaron los sabotajes. El jefe de la Policía dijo que la cámara era "casera" y Gabriel Darder admitió que su instalación fue una "chapuza".