Cuando Yan Rong tenía 9 años, su padre era alcohólico y tenía problemas de ira. Asesinó a su esposa y fue encarcelado por las autoridades chinas. Yan Rong fue a vivir a casa de su tía, pero su marido abusó de ella física y sexualmente.

Tras esas pésimas experiencias, la pequeña Yan Rong llegó a una casa de acogida de la ONG Morning Tears. Esta entidad sin ánimo de lucro se encarga de cuidar a los niños cuyos padres han sido ejecutados o están en prisión.

Uno de sus fundadores es Koen Sevenants. Este belga de 41 años afincado en Valldemossa explica que en China nadie quiere a "los hijos de criminales". Sus familiares y conocidos los repudian, porque "da mal prestigio acogerles". Y el estado tampoco se encarga de ellos. Se quedan sin nadie.

Allí entra en juego Morning Tears. Tienen diferentes centros donde los niños sin padres comen, duermen y juegan. Les escolarizan y les preparan para visitar a sus progenitores a la cárcel.

Cuenta Sevenants que cuando Yan Rong se reencontró, tras mucho tiempo, con su padre no pudo parar de llorar. El régimen de visitas a los presidiarios chinos es de diez minutos al mes, pero a la pequeña no le bastaba ni para decir hola. "Lo intentamos de muchas maneras, pero tardó tres años en conseguir controlar la respiración y poder hablar con él", apunta.

Esta organización cuida de unos 700 niños en China, pero también tiene presencia en Camboya, Vietnam y alrededores. Según su miembro fundador tienen un presupuesto anual de 320.000 euros. Por ese motivo, Morning Tears ha organizado una fiesta solidaria entre las 11 y las 17 horas de hoy en la plaza de la Cartoixa de Valldemossa. Habrá comida (con una paella como protagonista para el mediodía), juegos, sorteos, talleres de artes orientales o demostraciones de artes orientales durante toda la jornada. "Las donaciones se destinarán integramente a os niños", asegura.

Koen viaja a China con asiduidad para trabajar con un grupo de chicos que tiene a su cargo. Allí conoció otra historia muy cruda. La de dos hermanos, Lina (de 9 años) y Li Hui (de 14), cuyos padres eran narcotraficantes. Ambos fueron condenados a muerte y su tío se encargó de ellos. Este familiar creía que sus padres aún guardaban dinero escondido y torturó a los pequeños durante meses en busca de información. Pero no sabían nada. Desistió y los entregó a la ONG "alegando que ya no les servían para nada".

Sevenants rompe a llorar al recordar esta historia. Cuando se tranquiliza, recuerda una estadística: "Un niño con padres en la cárcel tiene seis veces más posibilidades de acabar en la cárcel".

Su entidad colabora con el gobierno chino y con la ONU en busca de una mayor protección infantil, sobre todo a nivel legal. "Es una gran logro para una ONG pequeña como la nuestra que hayamos logrado mejoras", afirma, "pero encontrar fondos sigue siendo la tarea más complicada". Este valldemossí de adopción asevera que en China tienen 51 trabajadores, pero que aceptan a todos los voluntarios que quieran contribuir a la felicidad de los niños.