Nut es un vigilante, un guardia de seguridad más, pero con una peculiaridad: es un perro. Nut es un pastor mallorquín de tres años y medio. Cuando tenía un año fue adiestrado en el arte del ataque y la defensa. En los últimos tiempos ha acompañado a su dueño, Jaume Esteva, en las estaciones de tren y metro de Serveis Ferroviaris de Mallorca (SFM). Allí garantizaba la seguridad de los maquinistas, revisores y usuarios del transporte público. Ante él, todos se comportaban con civismo.

Ahora Nut está en paro. Los recortes de SFM han provocado el desmantelamiento de la unidad canina. Ninguno de los cuatro perros siguen en activo. En su día a día, los vigilantes de seguridad privada de los trenes se enfrentan a “carteristas, drogadictos, vándalos y mucha gente que no quiere pagar”, dice Esteva. Él una vez incluso tuvo que defenderse de una decena de jóvenes que intentaron agredirle. La presencia del can le ayudaba a disuadir a los malhechores, pero ahora ha de patrullar sin la compañía del animal.

El dueño y excompañero de Nut explica que le comunicaron el despido del perro quince días antes y lo justificaron por “motivos de ahorro”. No le dieron más explicaciones. El amor del dueño por su pastor mallorquín le ha llevado a una petición singular. En una carta dirigida al gerente de SFM, José Ramón Orta, Esteva pedirá una indemnización por el despido de su perro.

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