Annika Möller tiene nombre y apellidos alemanes, pero es pollencina por los cuatro costados. Nació en el Moll y habla castellano con un atractivo acento de la tacita de plata, influencia sin duda de su marido, Fernando Sanz, un gaditano que lleva el sol y la gracia andaluza en las venas.

Ambos son ingenieros navales y han desarrollado gran parte de su carrera profesional en Escocia, trabajando en proyectos de plataformas petrolíferas.

Annika reconoce que "en la industria petrolífera se gana mucho dinero y, en Escocia en particular, hemos tenido acceso a una serie de trabajos que nos han aportado una experiencia laboral increíble. Pero tiene un grave inconveniente; Escocia no tiene ni el sol de Pollença ni la alegría de España. "Hace mucho frío y, ni a mi marido ni a mí nos hacia demasiada ilusión que nuestros hijos crecieran lejos de aquí".

La joven sostiene que "puede que aquí se gane menos y las oportunidades laborales debas trabajártelas tú a base de más imaginación y esfuerzo pero la calidad de vida es indudablemente superior".

Cuando, hace unos años, el socio de Gottfried se quiso jubilar Annika y su marido vieron la oportunidad de regresar a Mallorca y trabajar en contacto con la naturaleza y disfrutando. Adquirieron el 50% de la escuela de vela de la Gola y hoy han cambiado el petróleo escocés por el viento de Pollença.

La joven manifiesta que "la bahía de Pollença es ideal para aprender a navegar. Es cerrada de forma que desde muchos puntos asemeja un lago. No hay casi ningún peligro. Nosotros tenemos un lema. Siempre decimos que quien creo la bahía de pollença tuvo que ser un navegante porque la hizo ideal".

Por si fuera poco, Mallorca cuenta con un viento térmico muy particular, el embat. Se produce por una diferencia de temperatura entre la tierra y el mar y es puntual como el reloj. Hacia las diez de la mañana comienza a soplar. Annika dice que "es ideal porque te asegura un viento constante, suave hasta las 13 ó las 14 horas. Eso permite a los aprendices iniciarse con comodidad. Además, dentro de la bahía no hay olas. Es segura totalmente. A los alemanes les encanta. Nosotros vamos a todas las ferias con un gran letrero que reza: Port de Pollença, la mejor bahía de europa para navegar"