Sebastià Salas Colom, ´pollencí´ de 85 años, interno en la residencia para mayores, ganó 1,2 millones de euros en la Primitiva el pasado noviembre, aunque él lo explica, con un gran sentido del humor, como si solo hubiera encontrado una moneda de euro en la calle. "El dinero no me hacía falta", admite. Gracias a su aportación económica, el proyecto del centro de día, que acumula un retraso de varios años, podrá desbloquearse. Él mismo financiará la compra del mobiliario, ya que el Ayuntamiento no tenía dinero para ello. Ayer, por su onomástica, invitó a una tarta a sus compañeros de la residencia.

—¿Qué sintió al enterarse de que había ganado un dineral?

—Siempre suelo jugar a la Primitiva. La noche de un jueves repasaba la combinación ganadora en la televisión de la residencia y vi que era la misma de mi boleto. No puede ser, me dije, pero volví a repasarlo y eran los mismos números. No me impresioné mucho, porque no tenía ninguna necesidad de dinero y éste me sobraba hasta la muerte. Me gustaría más tener a mis dos hijos vivos.

—No tiene descendencia, pues

—Mis dos hijos murieron. Uno a los quince años, de un cáncer, y el otro a los 30 años de un accidente de coche. Mi mujer murió hace seis años y como no tenía a nadie para convivir, decidí vender mi casa e ingresar en la residencia.

—¿Cómo se ganaba la vida antes de la jubilación?

—Era albañil y barbero, aunque tuve que jubilarme antes de hora, hace 30 años, por un accidente de tráfico por el que mi mujer y yo estuvimos medio año ingresados.

—¿Por qué decidió donar parte de su dinero para el futuro centro de día de Pollença?

—Este centro tendría que estar inaugurado hace tres años. Un día me encontré al alcalde (Joan Cerdà) y le pedí explicaciones del retraso, y me dijo que no había dinero para acabar el proyecto, y principalmente para comprar los muebles. Pregunté qué podía costar y que estaba dispuesto a poner el dinero.

—¿Cuánto dinero ha donado para comprar los muebles?

—Son unos 25 millones de pesetas (150.000 euros), aunque todavía no se han comprado. Ya me avisarán para ir a firmar. De todas maneras, si yo hubiese sudado este dinero, no lo habría dado.

—¿Qué le dice la gente por la calle después de esta buena obra?

—Me felicitan y me dan la enhorabuena.

—Ya le pueden hacer un buen monumento.

—Me da igual si ponen una placa. No me hace ilusión nada de esto porque no lo he hecho para que me den las gracias.