Mosén Antoni Gili comentó a este periódico otras singularidades ´artanenques´, algunas coincidentes con otras poblaciones. En Artà, muchas veces se concertaban casamientos el día de la matanza del cerdo. Los judíos solían casi siempre contraer matrimonio entre ellos mismos, de ahí el arraigo de los dos apellidos ´xuetes´. Con la llegada de un considerable número de peninsulares, especialmente de Extremadura, en los años sesenta del pasado siglo, muchas vecinas se casaron con estos nuevos residentes. Por otro lado, el instinto comercial se constata con la decisión de muchos judíos y conversos de montar tiendas en las esquinas, con dos puertas que daban a dos calles, favoreciendo así la accesibilidad de los clientes.