Han bajado las subvenciones, la taquilla, el público en muchos teatros..., y compañías y artistas también se aprietan el cinturón. En ocasiones la rebaja puede llegar a los 4.000 euros. Las artes escénicas están de capa caída, amén de la falta de hábito teatral que se respira en la isla. Aun así, los ayuntamientos siguen proyectando grandes instalaciones e invirtiendo millones de euros en la construcción de infraestructuras cuyo rendimiento en muchas ocasiones termina siendo deficitario. Además de Inca, Pollença o el teatro Defensora de Sóller, municipios como Ariany, Felanitx, Sant Llorenç o Manacor, prevén construir o remodelar algunas dependencias para espectáculos culturales.

La mayoría de los expertos consultados creen excesivo el número de instalaciones. Denuncian que nunca hubo "una planificación clara" cuando se proyectaron los grandes teatros de la Part Forana, y que "tampoco se tuvo en cuenta su programación". "La isla es pequeña para tener tantos espacios", declara Patricia Trapero, profesora de Teoría y Práctica del Teatro de la UIB, que apuesta por la creación de "pactos culturales" para rentabilizar la oferta. "En ocasiones se repite en diferentes lugares", explica. "Cada edificio debería encontrar su propia personalidad", añade Trapero, al tiempo que destaca el coste añadido que supone la insularidad para el sector, una tesitura que merma la llegada de espectáculos a las islas. A todo ello añade la falta de "mecanismos sociológicos que sirvan de indicadores" –tal y como ha advertido también Maribel Sancho, responsable del teatro de Artà– para planificar las programaciones. "Los gustos han cambiado y el teatro no ha sabido adaptarse", explica Trapero.

Los elevados precios de las entradas son otro gran handicap, así como la falta de concienciación de las instituciones –opina Trapero–, para que los mallorquines recuperen la costumbre de ir a un teatro.

El artanenc Pep Tossar, que gestiona el Círcol Maldà de Barcelona , coincide con ella. "Es una situación difícil llena de líos y disfraces", indica. "Los teatros no deberían sobrar. Todos los municipios tienen derecho a ofrecer cultura". El problema es que "la mayoría de operaciones son estrictamente políticas". "Nunca se ha hecho un proyecto a largo plazo", afirma. Se construyeron edificios pero nunca con "objetivos profesionales" y hoy "están aún más perjudicados por la crisis". "Su organización no fue profesional porque no conocen las dinámicas de funcionamiento". Para Tossar, es necesario una solución de raíz; "la persona responsable en la Administración debe tener una formación específica". "Siempre se ha pensado que la cultura la puede manejar cualquiera", prosigue.

En su opinión, los nuevos teatros y auditorios no han servido "para dar un paso adelante". "El público en Mallorca no existe porque nadie lo fomenta". "Quizás hubiera sido mejor crecer de una forma progresiva e ir experimentado poco a poco", concluye.

Desde el gremio de a actores van más allá. Pep Noguera de Diabéticas Aceleradas manifiesta su indignación por la escasa respuesta de los responsables de Cultura en los municipios y los empresarios del sector. Denuncia que en sus programaciones han dejado fuera las compañías mallorquinas. "Ni nos cogen el teléfono, ni nos dan la opción de llegar a un acuerdo" y "luego tienen cerrados los teatros", explica Noguera que alude, asimismo, al "politiqueo" que se cierne sobre las artes escénicas de Mallorca y al favoritismo algunos teatros e instituciones. "Hay compañías que si no reciben subvenciones no actúan". "Los teatros tienen los días contados tanto los grandes como los pequeños", lamenta.

En la actualidad, la proliferación de cafés-concierto ha reactivado el interés del público. Sus precios son más económicos pero sus espectáculos no son comparables a los de los grandes teatros. Aun así, Noguera agradece la presencia de estas instalaciones ya que abre las puertas a muchos grupos, sobre todo los noveles "a los que los empresarios siguen sin dar una oportunidad".