"Es un libro importantísimo para conocer las entradas y salidas de las cárceles de Palma durante los primeros meses de la Guerra Civil, y poder así determinar dónde están y qué pasó con los aproximadamente 1.600 presos documentados", sostiene el historiador porrerenc Bartomeu Garí, frente al nuevo documento inédito que puede esclarecer también el porqué de la decisión de los dirigentes de la Falange balear de llevar, a partir del mes de septiembre de 1936, los fusilamientos masivos hasta el oratorio de La Creu de Porreres, alejado de los dos grandes centros de represión de principios de la contienda: Palma y Manacor. Además, por primera vez se podrían corroborar las fuentes orales locales que apuntaban en esa dirección y que hablaban de un goteo constante de muertes.

En concreto, se trata del denominado Negociado Tercero de Orden Público, que va desde 1935 hasta principios de 1937, hallado hace unos cuantos meses en el Archivo del Reino de Mallorca por el ex alcalde de Vilafranca, Jaume Sansó, quien sorprendido se puso rápidamente en contacto con Garí, secretario a su vez de la asociación Memòria de Mallorca. Hasta ahora, y siguiendo los estudios del autor de La Guerra Civil a Porreres. Desfilades de dia, afusellaments de nit (ediciones Documenta Balear, Palma 2007), el número de fusilados ´oficiales´ en Porreres no superaba los ochenta. Estos días y con la ayuda de otro historiador, Manel Suárez, Garí apunta en un recuento inicial, a que la cifra ascendería ya a más del doble.

"Hay que diferenciar entre salidas y liberaciones. Las primeras hemos comprobado que suelen ser sinónimo de muerte, mientras que muchos de los liberados, sobre todo desde julio hasta septiembre del 36, siguieron con vida". Otra cosa fue a partir de enero de 1937, cuando casi todos los nombres que abandonaron las cárceles de Can Mir, el Castell de Bellver o de Can Sales, son numerosos y acaban con un mismo final en Porreres.

El día de Navidad, son ´liberados´ hasta 62 presos de Can Mir y 17 de Bellver. El 4 de enero de ese año por ejemplo, diez de once son asesinados, entre ellos los regidores del ayuntamiento de Palma Jaume Bauçà y Damià Rigo o el fotógrafo cacereño de la CNT Antonio González. Con ello se desmiente a su vez que se hiciera una selección a fin de que las cárceles se fueran alternando para dejar salir a sus presos.

La hipótesis Luís Sitjar

"Al principio de la guerra, el bando nacional no tenía ningún problema en llevar a cabo una represión visible, como símbolo de fuerza", cuenta Garí. "Más tarde, a partir de septiembre y octubre del 36, con los nombramientos de Mateu Torres y Francisco Barrado como nuevo Gobernador Civil y jefe de seguridad de Falange, se da un cambio de rumbo. Se sigue matando, pero con una rapidez y un ocultismo mayor", apunta.

Y ahí es donde encaja Luís Sitjar Castellà, el que sería presidente del RCD Mallorca y promotor del estadio que lleva su nombre, a principios de la década de los cuarenta. Nacido en Porreres, ya se había convertido por entonces en un hombre clave del partido único en la capital. "La Falange tenía un bastión local de mucho peso, de los más preparados de la isla. En aquellos momentos buscaron un lugar apartado, aunque la represión fuera la misma".

Ahora el trabajo se centra, entre otras cuestiones, en conectar los nombre del Negociado con las partidas de defunción y los fusilados del Diccionari Vermell.