Entre la ilusión y el escepticismo, las vías del Llevant comienzan a encarrilarse en dirección a Palma con transbordo de cambio de concepto obligado en Manacor. Se había encargado un ferrocarril en forma de reivindicación constante y se aproxima un tram-tren, un transporte público necesario y útil que en definitiva es lo que importa. Investigadores y técnicos dicen que la población acabará aceptándolo mientras descarrilan quienes persiguen el fracaso político del adversario y no cicatrizan las heridas de quienes consideran lesionados sus intereses. Con todo, la primera traviesa a la que se han pegado más cargos públicos de los que puede soportar, supone un billete para un viaje a lo desconocido.