El paso del tiempo ha ido cambiando nuestro modus vivendi, nuestra manera de pensar y ver las cosas. Los resquicios del pasado desaparecen sin apenas darnos cuenta para pasar a formar parte de la memoria colectiva. El forat des moix, un agujero de unos 20 centímetros de diámetro que se practicaba en la parte baja de la puerta de entrada de las viviendas de la isla, es una de ellas.

La mayoría de hogares de los pueblos de Mallorca disponían de este pequeño orificio que servía para que los gatos entraran y salieran a su antojo en las casas sin que sus moradores tuvieran que molestarse en abrir y cerrar las puertas.

Los felinos cumplían hace medio siglo una importante función desparasitadora de insectos, ratas y ratones, que mermaban la producción agroalimentaria.

Mimados por los agricultores

Eran, por ello, particularmente mimados y queridos en las viviendas de los pequeños agricultores, de los que, en aquella época, había un alto porcentaje en todos los pueblos de la isla. En sus casas se guardaban sacos de grano, e infinidad de alimentos; almendras, algarrobas, melones, tomates…, y las sobrasadas y otros embutidos caseros se colgaban en las perchas. Se solían almacenar en la primera planta (damunt sa sala) y en el sostre, y los felinos se encargaban de que los roedores se mantuvieran alejados del género a lo largo del año.

Pero el forat des moix tuvo durante muchas décadas otras curiosas utilidades y aplicaciones. En él se escondía la llave de la puerta debidamente colgada de un clavo en un lugar conocido únicamente por los habitantes de la casa. Servía, asimismo, de pequeño observatorio para los adolescentes, que echaban un ojo por el agujero para saber si alguno de los progenitores estaba en casa para jugar un rato más en la calle. Y también se podía llamar por él a modo de altavoz a los que estaban dentro sin tener que abrir la puerta. Antiguamente, los más pequeños colocaban la cara en la abertura y se dedicaban a sacar la lengua y hacer muecas por el visor. Incluso los jóvenes enamorados se besaban a través de ellos.

Cambio de costumbres

El forat des moix ha ido desapareciendo a medida que cambiaban las necesidades. En Maria de la Salut sólo quedan media docena. En algunas viviendas han sido tapados o se han sustituido las puertas por persianas. Otros únicamente permanecen en casas muy viejas y deshabitadas. Sin embargo, en algunos inmuebles reformados se han mantenido intactas las puertas originales, respetando este antiguo elemento, del que hoy muchos se preguntarán su funcionalidad.

En la actualidad, apenas quedan pequeños agricultores en Mallorca, ya no se guardan sacos de grano en las casas, ni se construyen almacenes para hacer acopio de víveres, los forats des moix han ido perdiendo su razón de ser. Ahora se utilizan venenos, los gatos han pasado a ser animales domésticos y nadie quiere dejar un pequeño agujero que dé libremente a la calle por temor a que se abra una brecha en su intimidad.