La XII edición de la Fira de s´Oliva de Caimari confirmó durante este pasado fin de semana que ya es una cita ineludible del otoño mallorquín. Lo que empezó, hace doce años, como un evento comercial, familiar y recóndito, sin más pretensiones que promocionar la industria local del aceite de oliva, ha derivado en una feria con mayúsculas capaz de colapsar el tráfico de toda la carretera entre Inca y Caimari. Miles de personas abarrotaron ayer las calles de la localidad de la Serra, que ha perdido durante estos dos días la tranquilidad y la paz que la caracterizan y ha demostrado que se puede organizar una feria multitudinaria en un pueblo de reducidas dimensiones.

El espectacular entorno paisajístico de Caimari y la temática de la feria, la oliva y todos sus derivados culinarios, se complementan de forma especial en un evento que también ofrece otros muchos atractivos. Las múltiples paradas de productos alimentarios, con un claro protagonismo de la oliva y el aceite, y los puntos de venta de artículos artesanales, llenaron la plaza de Caimari y las calles aledañas, en las que se hacía difícil caminar por la cantidad de gente concentrada.

En el centro de la plaza, una antigua tafona mostraba a los visitantes el arte de convertir las aceitunas en el jugo sobre el que se asienta toda la dieta mediterránea. Los visitantes pudieron observar también el funcionamiento de la tafona-museo de Olis Caimari, al igual que la antigua trencadera d´ametlles de Ca na Bielona.

Además de los productos más relacionados con la temática de la feria, ésta ofertaba también otras actividades que llamaron mucho la atención de los visitantes, como el espectáculo de doma de caballos en la finca de Can Roget o una exposición de arte en la esglèsia vella. Las degustaciones de manjares de todo tipo también cosecharon un gran éxito.

La Fira de s´Oliva recibió la visita de las conselleras de Agricultura y de Comercio, Mercè Amer y Francesca Vives, respectivamente, además de numerosos alcaldes de la isla que acompañaron a su homólogo de Selva, Joan Rotger, en un itinerario por la feria. A media tarde, la Fira de Caimari se despidió hasta el próximo año con los deberes cumplidos.