La presidenta del Consell de Mallorca, Francina Armengol, se quitó pronto la chaqueta para pasear ayer por la feria de Pollença. Más de uno resoplaba, y es que algunos viejos del lugar indican que no recuerdan una feria de otoño tan calurosa como la de ayer. En algunos momentos el termómetro marcó 26 grados.

Seguramente la excepcional temperatura fue lo que propició que las visitas a la población se contarán por decenas de miles. Por esa razón el aparcamiento fue una de las dificultades. Los automovilistas aprovecharon cualquier hueco para dejar sus vehículos pues la villa estuvo literalmente hasta los topes entre las 11 y las 14 horas.

Demostraciones

Los puestos que más agradaron al público fueron los de comidas tradicionales, pero también los de artesanía. Destacó en especial la muestra instalada en el claustro de Sant Domingo, donde los artesanos hacían demostraciones en vivo de su trabajo.

En la plaza mayor se instaló una interesante exposición de carros antiguos y herramientas del campo. Junto a ella se colocó el mercado payés. Jimmy, un joven panadero del horno de can Pons, de la Colonia de Sant Jordi, efectuó todo el día demostraciones de como se elaboran las empanadas y cocarrois.

En el mismo lugar se instaló Tià Coll, de Consell, que mostraba como se hacen las zambombas. Trabajó varias horas demostrando que hasta de un tronco de palmera se puede hacer una zambomba.

Los productos agrícolas de temporada, como los boniatos, las castañas, las nueces y otros estaban presentes en muchos puestos de la feria. Las setas no se veían en gran número pero sí con abultados precios. Un payés pedía 29 euros por un kilo de rebozuelos mallorquines (picornells).

Las flores y macetas tuvieron su apartado. Los floristas destacaron que lo que más se vendió fueron las ponsetias, conocidas también como árboles de navidad.