Las desavenencias entre mosén Josep Estelrich y el castrense Jesús Honduvilla Ortiz son desde hace semanas objeto de muchos comentarios en Sant Joan. Si el pasado domingo Honduvilla concelebró con Estelrich y ambos se dieron la paz, sus afirmaciones en esta entrevista y su escrito reflejado en el nuevo número de la revista local Damunt, damunt constatan que la armonía total en la población es arduo complicada. Honduvilla (Montalvo, 1960) es miembro de la Asociación de Canonistas de España, licenciado en Teología y Pedagogía y coronel capellán de aviación. Está de baja, pero asegura sentirse "beníssim, gracias a Dios". Ha sobrevivido a tres infartos cerebrales y aboga por el disfrute de la vida y ser feliz. "Y los que me consideran provocador, no me conocen".

–¿Es agua pasada este lío eclesial?

–Para mí y para todos está pasado a no ser que aquellos que lo han provocado –una minoría radical– quieran seguir montando pollos. Ante según qué acciones de ellos yo soy muy libre también de actuar en consecuencia. Aquí hay alguien que se dedica a levantar polvareda y esa polvareda a mí me mancha, pero yo no la levanto. Y?yo no me meto en política, soy apolítico.

–¿Está en paz con Estelrich?

–Con el señor Estelrich estoy en paces antes, durante y después de la misa. Con una persona que no conozco no puedo llevarme mal. Ni a él ni a su entorno lo conozco ni me relaciono. No tengo ningún inconveniente, si ellos quieren. Pero que dejen de proyectar en mi persona sus problemas, sus frustraciones y sus fantasmas. Si alguien ha convivido con una mujer y ha sido desterrado es su problema, porque yo no he sido excomulgado, no convivo ni he convivido con una mujer. Que se abstengan de seguir echándome avispillas.

–¿Desde cuándo reside en Sant Joan?

–Desde agosto del pasado año. Durante más de seis meses me he dedicado a disfrutar de la paz del pueblo y el cariño, la simpatía y acogida de mis encantadores y agradabilísimos vecinos. En este tiempo no aparecí por la parroquia para que tanto el rector, que es tan forastero como yo, como los curas indígenas, santjoaners de toda la vida, no se sintieran incómodos.

–Hasta que acudió a la misa del Quart Diumenge de Pascua y más tarde Estelrich no quiso concelebrar con usted.

–No fui a buscar pelea, sino a demostrar que tengo mis derechos. Comparecí para demostrar que no estaba excomulgado y que no tenía ningún impedimento canónico para poder celebrar ni para poder confesar, porque esto es lo que se ha permitido decir este señor o sus acólitos. Durante este ´recogimiento´ de más de seis meses, algunos de los que tendrían que haber dado muestras de prudencia, sensatez, caridad cristiana y fraternidad sacerdotal y solidaridad, entre otras muchas cosas, han aprovechado para acusarme falsamente, calumniarme a mí y a otras personas y para propagar mentiras. Por mi formación, principios y carácter dialogante y pacificador he intentado hablar con estas personas en repetidas ocasiones, y me han rehuido y sometido a humillaciones.

–Su vivienda se llama ca s´Apotecari.

–Superviso y dirijo la adecuación, mejora y restauración de una de las casas más bonitas del pueblo, que es de unos amigos. Y ya adelanto a los curiosos malsanos, ofuscados, desinformados, fascistas de toda la vida, retroprogresistas reciclados, neonazis, intolerantes, racistas, culturetas de pa amb oli, acomplejados, frustrados, envidiosos y malintencionados varios que cuando acabe con esas reformas haré lo que me plazca, porque afortunadamente Sant Joan y yo, a día de hoy y espero que por muchos años, somos parte de una nación libre, en la que, con mucho dolor para algunos, aún está vigente la Constitución, el Estado de Derecho y los Derechos Humanos.

–Uno de sus firmes apoyos es la abogada Gemma Pascual ¿Cómo la define?

–Todos los mallorquines que han contactado con ella y yo consideramos que es la mujer más grande que han conocido. Siempre le digo que es como los antibióticos, de amplio espectro.

–El rector Joan Martí distribuyó las misas de modo que no concelebrase con Estelrich ¿Asistirá a las que deseará?

–Al párroco le dije que no pidiera que hiciese cosas anormales, que no me pida que vaya contra el Derecho, contra lo que yo he aprendido y he enseñado. Ir a misa me parece lo más normal del mundo, e iré a la que me dé la gana, me convenga y pueda. A mí ni el Papa puede decirme ´te impido concelebrar en el altar´ si no ha hecho antes un proceso canónico por una causa grave (suspensión a divinis).