Existen hipotecas imposibles de amortizar y Lluc Tomàs nunca ha podido saldar la que le concedió y le ha estado renovando constantemente la Agrupación Social Independiente (ASI) de Rabasco. La sentencia de ayer inmoviliza y embarga para siempre una carrera política iniciada en tiempos de Gabriel Cañellas y recliclada bajo la disciplina de Jaume Matas. Actualizada en la obediencia lindante con el servilismo, más bien. Lluc Tomàs Munar nació en Llucmajor en 1948, está casado y es licenciado en Ciencias Económicas. Entre 1987 y 1994 fue director general de Promoción Industrial del Govern del PP y alcalde de Llucmajor a partir de 1999.

Resulta paradójico que a un profesional de los números le hayan salido las facturas tan borrosas y los descuadres tan monumentales. Ni sus silencios reincidentes han podido bajar los intereses de un comportamiento político reñido con la transparencia. Mala táctica para un alcalde que se entrenó como concejal de Hacienda.

Lluc Tomàs ha remendado su biografía política con un entramado de sociedades y contrataciones públicas que, muchas veces con rodeos reincidentes, siempre, por activa o por pasiva, desembocan en las proximidades de Joaquín Rabasco. Las ataduras políticas, asumidas como servitud al cargo, han acabado por dilatar primero e inutilizar después, su gestión administrativa. El alcalde menguante de Llucmajor no está dotado del don de la oportunidad. Todavía colean los ecos de la manifestación de protesta por el alto incremento de las tasas y tributos municipales. La tormenta social ha arreciado sobre él cuando los tribunales ya tenían recopilados suficientes hechos probados que han desembocado en condena por malversación de fondos públicos.